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Dos años desde que nos conocimos

Yo creo en la memoria histórica, pero no en esa con la que nos martillean por televisiones y medios de comunicación, tal vez porque a tanto no me alcanza, ni tan siquiera recuerdo que mis padres hicieran mención a la guerra y mis abuelos si acaso, contaban anécdotas referentes a carencias y a ingeniosas maneras de superarlas. En mi casa, por suerte, no hubo caidos de ningún color, ni perdidas ni rencillas ni rencores.
Por eso para mí la memoria histórica es aquella que cómplice 
de mi inconsciente me manda teletipos, flashes de imágenes o un estado de ánimo raro que me hace preguntarme sobre lo que me sucede. Muchas veces el calendario me da la respuesta.
En estos días he estado especialmente nerviosa(tutoría incluida) con la sensación constante de que se me olvidaba algo o que algo importante me dejaba por hacer o se me estaba pasando…
Llevo todo al día y he resuelto con días de antelación cosas que podía haber dejado para más adelante, que siempre dejo para después y aun así he seguido con la sensación de que tenía algo por solucionar.
Me he asustado una docena de veces pensando que me había dejado a la pobre perra sin comer o sin subir al coche, y que lo mismo me estaba olvidando de alguna cita médica de los niños o nuestra, alguna onomástica, o algún encargo importante.
Al mismo tiempo cualquier cosa extra me parecía enormemente gravosa, y andaba –y aún ando- con la sensación de ir sobrecargada y que algo se me escapa,”debe de ser el cambio de estación”, me comentaban aquellas personas –pocas- a las que les hablaba de mis sensaciones, aquí a día de hoy no hemos bajado de los 30 grados a medio día y no hay más estaciones que la de autobuses o las de servicio, ni siquiera las higueras han empezado a despoblarse…
Algo que suele pasarme cuando estoy abrumada de trabajo o preocupaciones es que de pronto y por unos instantes mi mente me transporta (se escapa) a momentos precisos de alguno de mis viajes pasados y me trae a la memoria las mismas sensaciones o pensamientos de ese momento vivido, nada especial ni espectacular, un paseo por una calle vacía o una sentada en el césped de un parque, un asomarse a una barandilla en un puente o un golpe de viento al subir a un avión…cosas así.

En los últimos días he vuelto a encontrar tremendas similitudes a las áridas montañas que rodean esta ciudad que me ocupa con las de Ust-kamenogorsk (la ciudad donde conocimos a nuestros hijos).
Ust-kamenogorsk
 Una ciudad rodeada de montañas tan peladas y desoladas, como las que veo cada mañana al conducir hacia la ciudad donde trabajo, se parecen muchísimo.
Me veo sentada en aquel mono-volumen y recuerdo que comentamos sorprendidos el parecido días después   de empezar las visitas en sendos orfanatos, una vez que pude relajarme y fijarme en el paisaje que nos acompañaba en cada ida y venida que hacíamos para convivir unas horas con los niños. No sé porqué esperaba unas montañas más fecundas.

Luego la nieve cambiaría por completo el paisaje y acabaría con las similitudes, pero los primeros días allí, el otoño había conseguido uniformarlo todo de color marrón, como marrón es el paisaje Almeriense y las montañas sin vegetación y por su forma eran tan parecidas!


La gran diferencia en el paisaje eran sus dos ríos el Irtish y el Ulba que confluían en Ustka, y cada día encantados atravesábamos los dos ríos, tanto de ida como de vuelta y de nuevo de ida y de nuevo de vuelta, para estar con los niños, que casi eran nuestros pero todavía no.


Evelyn me llamó para preguntarme si íbamos a hacer algo especial para el segundo aniversario de conocer a nuestros hijos. Esta es la primera fecha importante, luego está la de su llegada a España,el 22 de diciembre, a casa, -su casa-, que solemos celebrarla con  mi hermano Carlos y Ana.
Claro está que hay mucho que celebrar y probablemente mi reloj interno no hacía sino ponerme en aviso como en aquellos días de fuerte tensión y nervios en que todo eran preparativos y preocupaciones por dejarlo todo “atado y bien atado” para lo que iba a ser una ausencia de un mes y a más de 7500 kilómetros de distancia(11100 si fuéramos en coche). Un mes que cambiaría nuestras vidas –la de todos- para siempre.
Lo celebramos reuniéndonos para comer, sin dejar de hablar de aquellos días, de las emociones, de los sentimientos encontrados, de lo que nos pareció bien y lo que no estuvo tan bien, recordamos malos y buenos momentos, y momentazos.
Después de comer nos fuimos a la playa hasta que con la caída del sol empezó a refrescar y ya en casa pusimos los vídeos de aquellos días...
Los tres niños miraban los vídeos divertidos, con algarabía cuando salía uno u otro y con curiosidad y sin atisbo de tristeza o resistencia a los recuerdos ni a los lugares o las personas que salían en ellos. 


Nosotros vimos a tres niños tan distintos  dos años después y recordamos mas momentos y compartimos de nuevo nuestros recuerdos como quien comparte una baraja enseñando sus cartas, sin ases en la manga, tan al unísono vivimos todas las cosas y tan unidos estuvimos allí que no había ninguna carta desconocida para ninguno, ninguna incidencia pasada por alto, repasamos nuestras historias y son la misma historia,repasamos las emociones, las sensaciones, las buenas y las malas –que también las hubo, claro-.
Con todo ya superado recordamos con cariño a todas las personas con las que compartimos cada día de aquel mes y nos hablamos por teléfono y nos vimos por Skype con Luba, Carmen y Juan, que viven en Barcelona, nuestra otra parte de la familia de Ust-kamenogosrk. 
Recordamos a las que vivieron con nosotros en vivo y en directo la experiencia, pero no se nos podía olvidar aquellos que siguieron con nosotros desde España nuestra "aventura". 


Mi familia, en especial mi hermano Carlos y Ana, su mujer, que lo vivieron con honda preocupación y procuraban estar al otro lado del Skype cada día -pese al desfase horario- para que les contáramos todo y recibían nuestras fotos y se angustiaban y alegraban con nosotros y Elena nuestra amiga que desde Zaragoza hizo tandem con mi hermano y se iban pasando datos y noticias y Sonia en la tienda lo mismo, pendiente de nosotros y  llevando el negocio y defendiéndolo sola lo mejor que pudo.
Celebramos, cenamos y brindamos y Evelyn y Nikita se quedaron a dormir y por la mañana cuando después de desayunar se marcharon, Diana y Nacho se pusieron a jugar y Eduardo a sus cosas y yo aproveché un momento a solas para releer la sentencia por la que nos convertimos legalmente en padres de nuestros hijos, nuestros hijos para siempre que conocimos hace dos años. Caprichoso es el tiempo que me parece tan poco...

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