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Churros Chill out

Tengo que reconocerlo, me gustan los días señalados, puede  que sean días “impuestos”, artificiales, cursis …etc. Pero a mi me gustan. Aunque tiempo atrás empezó a ser un día triste por dobles razones: por no tener quien me regalara ni a quien regalar, -como miles de mujeres que aún siguen en espera-, el día de la madre es uno de esos días al que he aspirado y he ambicionado con empeño.
 Los dos anteriores fueron muy especiales y los regalos que mis hijos me trajeron del colegio los tesoros más preciados, esos primorosos trabajitos consiguieron emocionarme tanto cómo había imaginado que lo harían aunque fueran más obra de la profe que de Nacho y en el caso de Diana también gozaban de la complicidad de su padre.
Así que este año esperaba con expectación sus obsequios. Diana hacía una semana que trataba de decirme de qué se trataba el suyo y en una ocasión casi me lo dijo (desvelándome la sorpresa) y yo me enfadé  por no ser capaz de guardar un secreto y por robarme mi sorpresa…

Llegó el primer domingo de Mayo y mi primer regalo fue un ratito más para dormir, luego me estaban esperando sin desayunar para ir todos juntos a tomar churros, un plan que había propuesto el día anterior.A pesar de que había dormido un ratito más era pronto y el paseo hasta la terraza del kiosco donde desayunaríamos fue muy agradable: una tranquila, solitaria y brillante  mañana sin el molesto viento que no había dejado de soplar en muchos días. 


Cuando llegamos apenas estaban recién puestas las mesas y aún no habían colocado los sofás y las tumbonas que suelen colocar en el césped bajo una pérgola con lienzos de colores. Preguntamos y en pocos minutos pudimos desayunar, minutos que los niños ocuparon jugando bajo la telas de colores al pilla pilla y al escondite.

El desayuno fue de lo más agradable y fugaz, en un pimpampum se acabaron los churros y los chocolates y regresamos a casa dando un paseo por el parque. Diana preguntó que para cuando los regalos y cómo hemos tomado la costumbre de que se hagan en el postre inmediatamente después de comer, pues así quedamos que sería.La mañana trascurrió entre una visita al mercadillo del domingo cercano al aeropuerto y vuelta a casa para hacer la comida y algunas de esas faenas (que bien puesto está ese nombre) de la casa, que entre semana no tengo tiempo de realizar… y llegó la hora de comer y la del postre…


Diana me trajo su regalo: una preciosa agenda encuadernada por ella con dos corazones y como dedicatoria un muy cuidadosamente escrito “felicidades mamá”.
También me hizo un dibujo que su hermano arrugó con gran disgusto para nosotras, siempre me dibuja como una princesa de cuento, con precisos vestidos de princesa o bailarina e incluso alguna vez he sido obsequiada con alas de hada y varita mágica. Ambos regalos me encantaron…Luego le tocó el turno a Nacho y para mi sorpresa no tenía nada para mí! El viernes no había ido yo a recogerles y recuerdo que pensé lo mucho que me alegraba no poder hacerlo para no encontrarme con el regalo de Nacho. Pero sencillamente este año su maestro – que vale un montón- no ha preparado nada, ni lo hizo para el día del padre ni tampoco para el día de la madre…Y ahí me tienes preguntando a Eduardo por si sabía si había alguna manualidad escondida para mí e incluso rebusqué en su mochila, pero no, este año no había nada!
Hagamos historia porque esto no es un día que hayan inventado los centros comerciales. Las primeras celebraciones del Día de las Madres se remontan a la antigua Grecia. Se aostumbraba a adorar y rendían honores con ceremonias a Rea (madre de los dioses) o Gea Madre de la naturaleza.

Los romanos  tomaron la fiesta de los griegos y le hacían ofrendas a Cibeles,Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, aunque fue trasladada al 8 de diciembre día de la inmaculada…Y así se recuperó el primer domingo de mayo para festejar y honrar a las madres.
¡Por los griegos, los romanos, los hebreos o por Tutátis (que dirían mis galos favoritos) no nos dejéis sin el día de la madre!Una cartulina recortada, cuatro letras mal pegadas…lo que sea...
Nacho se dió cuenta de que él no tenía nada para mi y muy resuelto fue corriendo  y me hizo un dibujo y con el dibujo llegó el verdadero regalo escrito de su puño y letra “Mamá” y debajo “Nacho”. Verlo escrito por él que sólo le había visto escribir su nombre, fue desde luego un regalo más que suficiente eso y su beso con jugo de fresas cuando vino a dármelo.
Puede que resulte noña, pero me gustan las sorpresas –las buenas- en los días señalados y no, no soy de medallitas ni creo que mi hija esté muy de acuerdo con aquello de “dar mucho, pedir poco” con lo mucho que le exijo (sobre todo en lo referente a los estudios).



Y bueno … ayer fue un día de lo más normal,con muchísimas cosas por hacer, planes de fiesta que no se cumplieron, Nacho jugando con una especie de muelle enorme a punto de convertirse en pirata y convertir simultáneamente a Diana en una princesa de Éboli oriental, y yo recordándome a mí deseando que la normalidad dejara de ser algo extraordinario, así que al final pienso que en definitiva ese era el regalo, poder contemplar un día de la madre desde la perspectiva de una madre normal, sin más.

PD: A mi me falta mi madre casi 24 años y la sigo añorando y a veces me duelen los brazos de no tenerla, por eso se lo que duele,por eso la alegría no es completa, un rincón del corazón, el que conoce el dolor siente y se acuerda de quien también lo experimenta. Por eso, me acordé  mucho de alguien para la que a buen seguro, este fue uno de los días más dolorosos. Cuando recuerdo a esa amiga todo lo que escribo me parece insignificante y superficial, pero no puedo dejar de hacerlo, por muchas razones, entre otras que me hace sentir cerca de personas que al igual que ella, luchamos mucho por ser madres.


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