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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Otoño tras otoño

Según dicen llegó el otoño. Le temo y lo deseo, el otoño siempre ha sido punto y final y principio de muchas etapas importantes de mi vida. En otoño se separaron unos padres que nunca dejaron de contender por la predilección de sus hijos en detrimento del otro. Los sucesivos cambios de ciudad, de casa, de colegio, de compañeros y hasta de amigos. Un otoño se llevó para nunca volver a nuestra madre, una mujer única y distinta. Una rosa de invierno. El mismo otoño en que aprendí a hacer lo único que ella no me había enseñado y que cada año desde que nos dejó le “reprocho”: no me enseñó a vivir sin ella. En otro otoño –muchos años de una vida  detenida entre paréntesis después- aprendí a vivir conmigo misma, viviendo sola de verdad, una nueva vida, llena de vida. Cinco años después, otro otoño me haría vivir uno de los momentos más felices de mi entonces muy feliz vida: el día de mi boda con Eduardo. Nada ni nadie podría haberlo empañado. Comenzamos nuestra v

Instantes e instantáneas

La vida está hecha de momentos, momentos que crean recuerdos que cada uno guardamos a nuestra manera, momentos rosas,momentos naranjas con sabor a las fiestas de cumpleaños infantiles.... Luego pasa el tiempo y el mismo recuerdo es tan distinto entre las personas que compartieron idénticas circunstancias que al ponerlas en común parece que fueran fotogramas enfocados desde cámaras distintas. Tal vez sea eso. Cada uno enfoca lo que le sucede desde su particular objetivo. Veo las fotos que cada uno hemos hecho en este viaje: Diana, Eduardo y yo misma y muy pocas se parecen . Me he hecho un álbum con fotos de los tres y cuando se lo he enseñado a una amiga me ha preguntado ¿sólo tienes fotos de tus hijos? Pues no, tengo fotos de mis hijos, de mi hijo él solito que es el que me llena el móvil de caras y ocurrencias, de mi hija Diana con su dulzura infinita que no te cansas de admirar, de mis hijos conmigo en cada lugar en los que hemos estado, de ellos juntos aunque se

Vacaciones calidade

El lunes empieza el cole, no puedo decir que me apetezca ni que no.Por un lado las mañanas  me gustan ahora sin prisas en los desayunos ni en las salidas del cole, dos cosas que aborrezco. Por otro lado, en lo referente a  las tareas -otra cosa que me agobia muchisimo-,hemos pasado el verano repasando, sin prisas, pero sin  tregua, haciendo caminitos neuronales, entrenando las neuronas de Diana, intentando rellenar huecos en su aprendizaje, que es como un queso gruyere blandito   cuyo interior está lleno de laberintos por donde una y otra vez nos perdemos hasta en los conceptos y conocimientos más básicos. La he tenido conmigo achuchándole e incentivándola con meriendas y alguna golosina y a Nacho, que tampoco se ha librado, sentándolo   algunos ratitos a resolver pequeños ejercicios de colorear o de atención, para entrenarlo un poquito y para que ejercite el trazo que lo tiene bastante desmandado Pero este verano mientras yo trabajaba ha sido Eduardo el que ejercía la paternida