El 20 de octubre nos permitieron que los niños pasaran juntos la visita de la mañana, desde entonces y hasta nuestra vuelta a España ( a esperar a que se ratificara el juicio y poder volver a recogerlos)cada mañana recogíamos a Diana en el hogar infantil y la llevábamos a la casa cuna donde estaba Nacho. El primer día que se vieron fue emocionante. Diana tenía muchísimas ganas de ver a su hermanito. Este no la reconoció, no se acordaba, era muy pequeñito cuando los separaron, por esa razón la miraba extrañado pero encantado con los mimos y arrumacos de su hermana que estaba feliz de verlo de nuevo...
Se llama calma y me costó muchas tormentas. Se llama calma y cuando desaparece…. salgo otra vez a su búsqueda. Se llama calma y me enseña a respirar, a pensar y repensar. Se llama calma y cuando la locura la tienta se desatan vientos bravos que cuestan dominar. Se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven, la lengua suelta y la panza fría dan lugar a más silencios y más sabiduría. Se llama calma cuando se aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se desvanece para abrir corazón y alma entregándose enteros a quien quiera recibir y dar. Se llama calma cuando la amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar. Se llama calma y el mundo la evade, la ignora, inventando guerras que nunca nadie va a ganar. Se llama calma cuando el silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura sino el viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar. Se llama calma y con