Nos devolvieron ya definitivamente el sueño chino hecho
añicos, el expediente que por tantas
razones no llegó a feliz término ya está de vuelta. Se acabó.
No es una locura que me de tanta pena, con aquel
expediente viajaron a China mis deseos y
mis esperanzas de ser madre, tantas ilusiones que puse en aquel país que tanto
se ralentizó. Siete años.
Los caprichos del destino y de ese hilo rojo nos desviaron
en la larga espera hacía Kazajistán que tras una espera de más de dos años era el país donde esperaban nuestros hijos, los que
iban a serlo de verdad, los que lo son hace poco más de tres años (que poco me parece...)
Pero aquella niñita de nuestros primeros sueños adoptivos tenía un nombre :Ailín, escogido por su padre y por mí y que fue creciendo con cada certificado de idoneidad renovado, primero de 0 a 2 años luego de 3 a 5 y hoy si hubiéramos seguido esperando ya tendría 8 años.
Pero aquella niñita de nuestros primeros sueños adoptivos tenía un nombre :Ailín, escogido por su padre y por mí y que fue creciendo con cada certificado de idoneidad renovado, primero de 0 a 2 años luego de 3 a 5 y hoy si hubiéramos seguido esperando ya tendría 8 años.
¿Un sueño que se cambió por otro?
Al principio no, antes de la crisis, antes de asumir las limitaciones de capacidad , de la edad y
la economía, aún creía, aún acariciaba la idea de que Ailín algún día se haría
realidad en mis brazos.
Tantas veces viajé a China en mi fantasía y viví la asignación y el momento de la adopción, tan real me parecía que a fuerza de visualizarlo pensé que se haría realidad.
Tantas veces viajé a China en mi fantasía y viví la asignación y el momento de la adopción, tan real me parecía que a fuerza de visualizarlo pensé que se haría realidad.
Pero la vida va
forjando caminos que tu ni te puedes imaginar. Va quitando de tu vida personas y
personajes y creando una nueva historia a fuerza de seres nuevos y capítulos
intensos que, con colores distintos rectifican el boceto que tu ideaste.
La vida nunca resulta como la imaginas. A veces es mejor o... no se sabe.
Tengo a mis hijos de ojos de media luna, tengo a mi princesa
oriental, a la que no le puse aquel nombre porque cuando conocía a mi Diana tenía 7 años y un nombre al que respondía y con el que se identificaba, lo único que tenía suyo y para siempre. Entonces yo aún creía que Ailín existía para nosotros también en otro país, que me esperaba en China.
No sé si algún día iré a aquel país cuya cultura tanto me
atrae, pero las razones serán muy distintas y sé que
lo disfrutaré mucho viendo su paisaje reflejado en los ojos de mis hijos.
Porque desde que Kazajistán me los dio la vida es mucho más bonita reflejada en
sus pupilas.
Adiós China, ya no tendré un hij@ tuyo. Pero te sigo añorando y tal vez un día pueda conocerte y presentarte a mis hijos, que me esperaban justo al lado de tu frontera.
Si queréis la letra de la canción y la traducción de esta
preciosa canción de cuna , visitad el
precioso blog “Mi peque vino de China”: