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Navidad… dulce…y no tan dulce Navidad.

Dentro de nada empiezan las clases, han sido unas vacaciones en las que ha habido de todo, me imagino como en cada casa, no se han parecido mucho a las idílicas que yo me prometía, ¿es que nunca lo van a ser? Tal vez tengo una idea romanticona de lo que debe ser una navidad y una familia… que como siempre digo la mía es  poco extensa pero muy intensa…
Hemos estado casi 10 días sin salir de casa, Nacho malo con una de esas enfermedades infantiles que no tenía que haber pasado porque está vacunado y yo con recaídas constantes de algo parecido a un catarro que se lleva y me trae la voz…
Unas navidades en las que el tiempo se ha detenido, las primeras que paso en casa.
¿No querías arroz catalina? ¡Pues toma tres tazas!
Para estar tan encerrados no nos ha ido demasiado mal, hemos tenido una serie de tareas y compensaciones que cada uno ha cumplido más o menos.Ha habido muchos momentos idílicos, de juegos de sobremesa, con fichas de dominó y cartas. Fantásticos ratos de tarde de sofá viendo pelis de fantásticos personajes mitológicos y debates sobre lo que puede o no ser fantasía.Pero ha habido otros muchos de echarse pulsos a ver quién puede más y también el ya viejo juego de “a salirse con la mía”. Demoledor  
Diana al ser más tranquilita y al haber tenido la oportunidad de salir un poco más suele estar mucho más colaboradora. Nos sentamos las dos a trabajar juntas o por separado y ya nos tenemos cogido el aire. Hay que achucharla mucho para que no se disperse, pero a las puertas de la pre-adolescencia  tengo claro que en casa va a haber dos metamorfosis: la de mi niña en una bella mujercita y yo que me convertiré en una especie doméstica de mosca …”mosconera”,  creo que algunos rasgos ya los tengo y lo de la voz probablemente es que dentro de poco  en vez de hablar o repetir órdenes o instrucciones tanto de signo positivo o negativo, tanto para Diana como para Nacho,  tsearé mientras vuelo, recogiendo la basurilla que parece reproducirse y multiplicarse por las dependencias de la casa.
La experiencia de la dedicación exclusiva no me es nueva, sobreviví a los meses de baja por maternidad y en las vacaciones compartimos todas las horas de cada día y todos los días, pero entonces la playa, y el buen tiempo son perfectos aliados para poder saborear momentos de parcial aislamiento y retiro, algo absolutamente imposible cuando en la calle caen chuzos de punta y encima no es aconsejable salir ni abrigándote. Es complicado.
Aunque los pocos días en que hemos podido salir también lo hemos disfrutado,  el sol dando tregua al invierno, los niños dando rienda suelta a sus energías y todos, viento, catarro y nervios firmando una suerte de armisticio, que a veces dura lo que dura el paseo.

Tengo una amiga mía  a la que confío los contrastes en mis interacciones materno filiales, que pasan por el rosa más intenso al gris más oscuro con el catalejo de emociones con las que mis hijos me enseñan de nuevo el mundo donde nada es verdad ni es mentira. Esta amiga sabia, a la que podéis conocer a través de su magnifico  blog enesteprecisoinstante.blogspot.com   o tal vez conozcáis su web http://www.tulibroamedida.com/me dice que metidas en faena, dedicación exclusiva y tiempo completo, la interacción con los niños es  como una de esas ruedas de molino que mueven el agua que unas veces está en la cúspide de lo maravilloso y otras puede ser un poquito asfixiante.
 Yo que me pongo en plan exagerado y digo que es  una relación ciclotímica, que pasa por diversos estados de ánimo y tiene múltiples y variados episodios a lo largo de día. A veces los acostaría a las 8 de la tarde y otras el día se me pasa en un pispas.
Lo que sí es cierto es que pese a que acabo de dejar de trabajar, que estas son las primeras vacaciones de navidad que paso en casa desde hace 30 años, o bien, no me sé todavía distribuir el tiempo o no sé cómo lo hago que tengo menos tiempo para mí aún que cuando trabajaba 8 horas en horario partido, y el único momento que tengo para dedicarme a escribir que es junto con aprender lo que más me gusta -y digo aprender que no estudiar, porque para lo segundo hay que tener una memoria de la que yo carezco.

Desde luego ser padres es cambiar el yo, mi, me, para mí, conmigo, por el NOSOTROS.
Pero creo que hay que conservar una parcelita privada, un rinconcito donde un@ siga teniendo su identidad, y esa identidad privada, personal e intransferible, poderla compartir con los demás y enseñarles a respetarla y a crear sus propias y personales identidades y también aprender a respetarlas. Suena bien, pero no es nada fácil! 

Va a ser uno de mis propósitos para el nuevo año. Tengo una lista interminable pero este será uno de esos renovables cada 1 de enero con propósito de enmienda en letra gigante.

Mañana vendrán los reyes, quiero ir a ver la cabalgata, tampoco pude disfrutar de ninguna porque tenía que trabajar y si apenas podía escaparme un poquito para gritarle a los reyes mis deseos y pedirles caramelos. No sé si este año también lloraré pensando en que me gustaría que fuera verdad y pedirles un saco de paciencia un lingote de sabiduría y un fardo de intuición… la ilusión no, esa ya la pongo yo.



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