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Cumpleaños, ausencias y presencias.

Hoy ha sido el cumpleaños de mi hijo pequeño, le veo nervioso, excitado, fuera de sí por lo emocionante que es para él este día, creo que es el primero en el que es más consciente de lo que significa. Lleva meses levantando las hojas del calendario para mirar cuántos días le quedaban  para “hacerse mayor”, ha escogido el lugar para celebrarlo, a sus invitados y ha escrito las tarjetas, aunque luego se le haya olvidado repartir muchas de ellas. Y  a pesar del estirón que ha dado en este curso, por dentro y por fuera ¡sigue siendo tan pequeño! Y a pesar de lo pequeño…¡ me parece que ha crecido tan deprisa…!
Ah…las madres “somos así”, parece ser el sentimiento popular, queremos que salgan adelante y al mismo tiempo nos gustaría que siguieran siendo siempre “pequeños” y la verdad es que siempre para nosotras  lo van a ser…

Las madres… hoy la he tenido muy presente, a veces mis pensamientos me ponían de mal humor y de pronto como fumata que cambia de color el humo de mis pensamientos pasaba del gris oscuro al rosa y me producía sentimiento de dolor. Hoy ella tiene que estar sintiendo muchas cosas, hoy su reloj biológico, ese que me pone triste cada otoño por la muerte de mis seres amados, que me pone casi enferma en según qué fechas dolorosas cada año aunque esté ocupada o divertida en mil cosas, que  aunque mi vida fluya, siento como algo se estanca dentro de mí y me repasa automáticamente los recuerdos y me asaltan  de repente en forma de sueños o de fotogramas instantáneos asomando de improviso emociones de pérdida por las rendijas de mi memoria, haciéndome sentir muy huérfana,  sola,  muy vacía por dentro pese a estar ahora más habitada que nunca lo estuve en mi vida.
Por eso creo que algo a ella también la moverá por dentro, aunque le nuble la razón lo que sea que le impidiera el cuidar de mis hijos, pero en algún sitio, de alguna manera, si aún existe, hoy sus entrañas se removerán, como hacen las mías ahora pensando en ella, yo partida en dos, entre el sentimiento de dolor que presupongo y el dolor con el que su abandono tatúo los corazones de mis hijos, para siempre.


A veces quisiera tener ese sentimiento de simpatía y agradecimiento que otras madres más generosas de corazón dicen tener por las madres biológicas de sus hijos, pero el dolor de mi hija y sus oscuros  recuerdos, que la obligan a esconderse entre las sábanas cada noche, no me mueve el corazón a su favor. Modulo la voz y la suavizo cuando en casa hablamos de ella y la llamamos por su nombre y mucho más desde que Nacho tomó conciencia de que lo tuvo en su barriga porque era muy pequeño y no tiene recuerdos y trato de que en su corazón no albergue ni una sombra de rencor hacia ella, pero Diana (que llegó a nosotros con la edad que hoy cumple su hermano) tiene muchos rincones ensombrecidos que trata de mostrarle a su hermano como para justificar el querernos a nosotros. ¡Le ha costado tanto!, -ella que es todo amor sin condiciones-, sentir el rechazo del ser más amado. No será fácil superar ese sentimiento de abandono (y el miedo de ser de nuevo abandonada que tanto la condiciona) que a veces un destello de frialdad como un cuchillo afilado rasga su bondad y cuando su mente le trae una bocanada del pasado y regurguita en voz alta alguna escena o episodio y la cara dulce de mi niña se vuelve dolor y se torna dura y enseguida la veo mover incesante la cabeza como para alejar el recuerdo ensombrecido y ella misma como queriendo creerlo se repite:  ”estaba enferma y no podía cuidarnos”…

Yo he visto a mucha gente por propia supervivencia llegar a creerse sus ficciones ¿será mi hija una de ellas? ¿se acabarán diluyendo sus espectros? Al cielo le pido que sí, al menos lo suficiente como para salir adelante, poder ser feliz sin rincones y sin rencores.

Hoy en un día tan señalado y de una manera palpable ella ha estado muy presente, aunque hoy precisamente no haya tenido que nombrarla.
Nacho esta noche me ha preguntado :

-"¿Mamá donde estaba yo cuando nací?"

-En Kazajistán

-Pero...si me hablaban en kazajo yo no entendía nada...y por eso lloraba...(curiosas frases las de los niños con sus extraños giros construidas)

-Los niños pequeños no tienen que entender, para eso están las personas mayores y como lloran igual todos los niños del planeta, todo el mundo los entiende.

-Aaaaah...valeeeee! 

Y ha pasado a otra cosa.


Y yo  aliviada también, me he acordado de aquella ocurrencia de Gila y he dicho para mí (hijo mío cuando tu naciste tu mamá, -o sea yo-, no estaba en casa…)

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