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El niño vago no existe


Las estadísticas son demoledoras: uno de cada cinco estudiantes no comprende lo que lee y falla en todas las materias. Un grave problema que hay que detectar a tiempo porque puede conducir al abandono de los estudios.

No es nada nuevo, un niño va a la escuela y le enseñan a leer, reconoce las letras, se las aprende de memoria e incluso es capaz de leer las palabras y las frases correctamente pero no se entera de lo que está leyendo… solo emite sonidos que no tienen en realidad ningún contenido para él. Con los problemas de matemáticas es aún peor porque es incapaz de descifrar qué es lo que le están pidiendo y “La lectura es un proceso de interpretación, no solo de recepción, y para que pueda desarrollarse posteriormente una lectura adecuada en las edades tempranas, son necesarios algunos requisitos: percepción, atención, representación, comparación con el conocimiento previo, procesamiento de la información, memoria, vocabulario, estructuración, entre otros". (Jara Acín, psicóloga infantil)

¿Y qué sucede cuando la función ejecutiva del niño está dañada?

Pues que es un puzzle difícil de completar. Los problemas de atención tengan la etimología que tengan tienen consecuencias en las aulas. Suelen generar dificultades de aprendizaje (lectura expresiva, comprensión lectora, escritura y cálculo) y, a largo plazo, fracaso escolar.

Según el doctor José Ramón Valdizán, jefe de servicio de Neurofisiología de la Clínica del hospital Miguel Servet de Zaragoza ”No existe el niño vago” “Hay que eliminar de nuestro vocabulario la palabra “vago”. Y no existe el niño vago, porque para serlo hay que tener un concepto del trabajo, una organización, un cerebro maduro…” 

Así que cuando un niño dice que no quiere ir al colegio tenemos que prestar mucha atención a lo que sucede. Detrás puede haber problemas específicos de aprendizaje, trastornos del neurodesarrollo, deficiencias visuales o auditivas, malos hábitos de estudio, alteraciones emocionales o incluso apatía y desinterés por las materias que se imparten. Todas estas causas inciden en su rendimiento y no puede seguir el ritmo escolar normal. 

En un mundo ideal la solución sería una enseñanza más participativa. La solución para evitar a la larga el fracaso escolar es ofrecer a los niños una enseñanza que les interese. En este sentido, la psicóloga Jara Acín coincide con que “habría que crear grupos y clases activas. El esfuerzo de los tutores iría encaminado a estar atentos a las particularidades y aptitudes de cada alumno y reforzar aquello que se le da bien". Pero la realidad a veces es muy diferente. Incluso hay algunos maestros que atienden a aquellos con más aptitudes y a los demás los dejan arrinconados. El alumno lo interioriza y se va encerrando en sí mismo. Al final actúa como se espera que lo haga. Y pasa igual con los que tienen fama de traviesos, es la profecía de obligado cumplimiento. Y sucede si no se detecta y no se corrige (al educador) a tiempo.

Hay que estar más que atento. A veces basta con darte cuenta de que algo está pasando y puede ser tan sencillo como que tu hijo no entienda lo que lee y se encuentre frustrado y avergonzado (el caso de mi hijo al principio de este curso en 1º de primaria) o a lo peor puede ser algo más complejo.
Una dificultad de aprendizaje o algo más serio no se puede diagnosticar solo por un síntoma sino que hay que hacer una buena historia clínica desde los primeros años y debe de intervenir un equipo de profesionales para tratar a cada niño de forma particular y adecuada. 

Fuera de la escuela

Capítulo aparte son las actividades extraescolares. 
Hay que exponer a nuestros hijos al éxito, si tenemos que completar su horario con actividades, llevarles a aquellas cosas en las que el niño se divierta y destaque, ya son suficientes horas de inglés, matemáticas o lo que quiera que sea en lo que el niño fracase, pero aún sería mejor que esas horas las dedicaran simplemente a jugar,  porque para que un niño aprenda debe jugar mucho, porque el niño que juega aprende mejor. en nuestro sistema lleno de deberes y de actividades no se le acaba de dar al juego y al esparcimiento la importancia que tiene.

Y ahora una pregunta de las de"para nota"... ¿Tu hijo sabe jugar?

Son frecuentes los comentarios de madres de niños que han sido adoptados que se preocupan porque sus hijos no juegan , o juegan solos o si juegan tienen que estar acompañados por ellas.
Pues una vez más nos corresponde a los padres desarrollar esta habilidad social de la que muchos de nuestros hijos parecen estar exentos.
Hay niños que para sus juegos requieren nuestra atención completa, si no no juegan , pero esto no debe llevarnos a engaño: que el niño no quiera separarse de nosotros no es que esté apegado a nosotros de una forma sana y con un vínculo afectivo sólido, sino que tiene tanto miedo a ser de nuevo abandonado que no quiere perdernos de vista, es decir no se siente seguro y puede que esta sea la razón que le impide explorar su entorno (aprender), jugar con otros niños o hacerlo sólo sin miedo. En ocasiones confundimos “jugar solos” con “estar solos”, el juego individual es necesario pero no tiene porqué significar que el niño esté sólo en su habitación y se sienta "apartado".

Un libro que puede resultar de gran ayuda  :

"Juegos que unen. Cómo solucionar los problemas de comportamiento de los niños mediante el juego, la risa y la conexión"  de la Editorial Medici.

Reseña:

Juegos que unen te ayudará a solucionar los problemas de disciplina con niños desde el nacimiento hasta los doce años, sin utilizar castigos ni recompensas. 
El libro ahonda bajo la superficie de los conflictos típicos abordando las emociones subyacentes que pueden conducir al comportamiento difícil.
Este divertido y revolucionario enfoque para padres os mostrará cómo: Conseguir la cooperación evitando al mismo tiempo las luchas de poder. Reducir la rivalidad entre hermanos y el comportamiento agresivo. Solucionar los problemas con los deberes e irse a la cama. Ayudar a tus hijos a superar sus miedos. Fortalecer la conexión con tus hijos. Llenar tu casa de risas y alegrías.



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