Hoy Día señalado recuerdo de manera especial y en letra alta a mi madre que ya no vive sino en mí y en quien la recuerda, a la madre que me dio la luz en un quirófano aunque no me pariera. La madre que siempre será aunque me falte ya media vida.
Hace unos días después de mucho tiempo, volví a ver, a oler, a tocar a una recién nacida, una estrenada vida a este lado del útero materno, una vida de apenas unas horas, tan poquito tiempo hacía que su madre hubiera dado a luz, a la luz de este lado de la vida. De regreso de la clínica tuve la necesidad implacable de escribir lo que siento, de dar forma a las emociones que esa nueva vida de ese ser diminuto me ha removido en unas entrañas que no han acuñado vida.
Tengo dos hijos a los que no les di la luz, ni la vida, pero son mis hijos de luz, niños capaces de salir adelante contraviento y marea, contratiempos y circunstancias. Mis hijos de luz iluminan senderos sinuosos si enfocas su pasado y sin embargo el halo de su sonrisa lo ilumina todo con una reverberación que asombra a todo aquel que observa sus ganas de vida, su fuerza y su intensidad. Los hace especiales incluso cuando parecen atenuarse cuando les asalta el oscuro pensamiento de creer haber nacido del vientre equivocado, (esas son sus sombras)…entonces, busco de nuevo el enfoque de su mirada y les explico que no es cierto, que no nacieron de mí pero es que para ser ellos, su acuñación fue la única posible en el vientre de quien les dio a luz y les otorgó esos rasgos que tanto amo.
Esos rasgos …
Miro a mis hijos de luz y sonrío, y te propongo un juego: Descríbemelos, descríbeme a mi hija que tanto dices que se me parece y luego descríbeme a mí…. pero con la sorpresa, no me digas lo de siempre: “podría ser tuya!”, porque lo es, porque lo son. Pudieron ser míos… pero lo que no cabe duda es que lo son.
“Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece,” cuenta El Principito a su rosa. Esa frase se me clavó en el corazón cuando me planteaba ser madre por adopción…Ahora se que no es posesión y no pido disculpas por sentirlos míos, porque es una necesidad que como madre tengo, que como hijos tienen: la necesidad de pertenencia. Y los siento míos y me siento suya, incontestablemente… Pero no excluyo en esa luz de mis hijos a quien les dio a luz porque la veo en esos rasgos que compartimos.
Sin ser una versión de mi madre, tengo tanto de ella que nos confunden en las fotografías y ahora mi hija tiene mucho de mí y no solamente su sonrisa, infinitamente más bonita que la mía y seguro que yo tengo mucho de ella y me paro a pensar que las dos tenemos algo de quien le dio a luz para iluminar mis días.
Ella vive en sus ojos, ella se refleja en mis hijos y rechazarla sería rechazarles a ellos. Reflexiono y pienso que mis hijos lo tienen todo de ella y yo tengo a mis hijos, mis hijos y su luz, la luz que ella les dio con sus claros y sus sombras. Por eso hoy día de la madre en este pensamiento en letra alta le hago su sitio.