Hace dos noches fuimos con los niños hasta la orilla del mar y no
había mar…parecía que no había porque en el cielo no había ni una estrella, no
había luna y el mar estaba tan en calma que ni se oía. Fue la noche más oscura y no es una metáfora.
Creo que ahora mismo mi
hermano debe de estar tomándose su tempo para que su estrella llegue al cielo y
vuelva a alumbrar nuestra vida con aquella fuerza poderosa con que lo hacía en
vida.
Hasta que llegaron mis hijos él era “mi pequeño” y mi
preocupación por él siempre fue más allá que la preocupación por un hermano, mi
madre se marcho pronto para mí, pero para él su enfermadad y muerte ocurrió en
la adolescencia, así que uno puede imaginar lo difícil que le resultó la vida,
pero la madera era buena y no ardió en el infierno en el que, cuando además murió
poco después repentinamente nuestro padre, creyó sumirse.
Luego cuando ya era un “hombre de provecho”, con un trabajo
que le gustaba, su casita, su pareja, sus amigos, su deporte, vino la enfermedad
y volvimos a sentir las llamas de nuestros miedos, la soledad y el desamparo,
pero con mucha fuerza y ganas de vivir me prometió que no se dejaría morir y
que iba a luchar, yo estaba con él cuando le dijeron a que mal se enfrentaba,
el día después de cumplir 37 años y recuerdo con qué entereza le preguntó al
oncólogo si merecía la pena la quimio y sus indeseables efectos secundarios y
la respuesta del médico, “claro que sí, eso le aportará calidad de vida…”
Y empezó su lucha y fue sin cuartel y fue muchas veces
trágica y a veces hasta cómica porque él sabía reirse hasta de su mal.
Siempre conseguía relativizarlo todo ante los demás y por
los demás, pero no era una persona frívola
ni superficial para nada, pero tenía una manera de presentarle cara a la
vida con una media sonrisa, que admiraba y desarmaba, hasta la foto del fondo
de su facebook era la del “bicho” como él le llamaba visto por el microscopio.
Así era él.
Podría llenar de anécdotas miles de páginas, tal vez lo
haga, no lo sé (no es una amenaza… ) Escribir para mí es terapéutico y por eso lo hago. Sacarlo, y recordarlo duele mucho pero me hace bien, y tengo tantas
ganas de hablar y de pensar en él, tenerlo muy vivo en la memoria y muy
presente para que no se me olvide nada de tanto como compartí con él …y con las
personas que me quieren no puedo hacerlo porque siento que se entristecen por él , por ellos y por mi, porque les duele también, pero es que tengo
llenas las páginas de mi biografía en la que tan fundamental fue.
La paradoja es que quien más te llena la vida, más vacía te
deja luego con su muerte.