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Comportamientos inadecuados y déficit en el desarrollo.

El sábado tuve la suerte de asistir online a la charla “¿Qué hay detrás de los pequeños robos/hurtos y las mentiras que algunos niñ@s y adolescentes hacen?” Que impartió de manera virtual la Psicóloga Elena Borrajo por iniciativa del Instituto familia y adopción.
Nos encontrábamos en el aforo madres y padres con hijos de distintas procedencias, de distintas edades y con distintas dificultades que durante tres horas tuvimos la ocasión de escuchar e identificar problemas y dificultades con las que batallamos.
Todos sabemos que la institucionalización es lesiva para los niños, pero tenemos que ser conscientes de que la edad en la que adoptamos a los niños puede no ser privativa de su conducta o de sus problemas de desarrollo. Hasta hace poco creíamos que según la edad  o el tiempo de permanencia en el orfanato, los niños podían haber estado más o menos expuestos a deprivación y podían haber internalizado conductas morales distintas a las nuestras (por ejemplo: robar para vivir es normal)
Pero los problemas de conducta se dan también en niños que apenas han estado en un orfanato y que llegan a la casa adoptiva muy pequeñitos, con apenas meses. ¿Cómo es posible?
Porque la deprivación también puede ser intrauterina.
El cerebro de un bebé que se esté desarrollando en el vientre de una mujer adicta, o que no se cuide en el embarazo puede resultar perjudicado. Es frecuente que niños con un desarrollo emocional o moral o cognitivo deficitario tengan el hipocampo más pequeño que los niños que han tenido unos cuidados prenatales  adecuados.
Recordemos que el hipocampo es la región del cerebro que, entre otras cosas, regula las emociones y para entender bien de que se trata en el Instituto familia y adopción nos remitieron al fantástico libro de Rosa Mª Fernández García. Entre hipocampos y neurogénesis ¿Por eso le cuesta tanto aprender a mi hijo? cuya reseña publiqué recientemente.

Así pues las conductas disrruptivas no tienen en ocasiones, nada que ver con la edad en la que fueron adoptados nuestros hijos.

Quisiera hacer llegar lo que escuché en esa conferencia al mayor número de familias posibles para que -como a mí-, les ayude a entender un poquito mejor a sus hijos, tangan la edad que tengan, llegasen  de donde llegases y a la edad que llegasen.

En ella, la Psicóloga empezó hablando de la empatía y la definió como “la capacidad de sentir el cerebro del que tenemos enfrente”, explicando que, por ejemplo los bebés están tan concentrados en cubrir sus propias necesidades que no pueden ser empáticos y nos explicó también de manera clara el porqué y cómo  ocurre la omisión del proceso de empatización en muchos niños que han sufrido abandono o han estado institucionalizados desde muy pequeños. 
Estos niños permanecían solos en la cuna si lloraban y, a diferencia de los bebés que han sido cuidados por su madre, al llorar no ya sólo son atendidos y consolados cuando lo necesitan, sino que su madre les va a ir reflejando de manera natural sus emociones: cuando llora, cuando ríe, quien le cuida  le va contando lo que le sucede (cuando se asusta por ejemplo le dice “ ¡ay pobre, que susto se ha llevado mi niño!” ) Estos gestos tan naturales van a ayudarle a modular sus emociones, gestos de los que seguramente los niños institucionalizados  no han gozado, por lo que muchos de estos niños ni siquiera son conscientes de sus propias emociones. 
La mayoría de los problemas o dificultades con los que nos encontramos son producto del déficit emocional de nuestros hijos, a veces no es (o no sólo es) un problema de apego, sino que puede tratarse de un problema de desarrollo alterado. Esto significa que su desarrollo físico puede no estar equiparado  con su desarrollo psíquico. Algo que suele resultar bastante desconcertante.
Esto es importante y creo que -como a mí- va a ayudar a arrojar luz en muchas familias que no entienden muy bien que sucede. 
El desarrollo personal se sustenta en campos tales como lo cognitivo, lo social, lo moral, los sexual, lo emocional y por su puesto lo físico.
Pero el gran problema es cuando este desarrollo se encuentra alterado y nos encontramos con un chico de 13 años con un físico de 12 ( o superior) un desarrollo emocional de 4 , uno sexual de 8 y el desarrollo moral que correspondería a un niño de 2 años (recordemos que la charla se trataba de porqué mienten y roban los niños, o sea del aspecto moral del desarrollo)

Tenemos un niño de 13 años  y le pedimos como a un niño de 13 años y obtenemos comportamientos y respuestas completamente asincrónicos, porque se comporta moralmente como un niño de 2 años y  con sus 13 años de vida puede que sea un niño incapaz de mantener la norma más allá de que el adulto esté presente, (por ejemplo: quiere una cosa y la toma y no prevé las consecuencias).
La Psicóloga  nos habló de las fases de desarrollo moral de los niños, nos dijo también que el desarrollo moral está muy unido al cognitivo.
la 1ª fase  es la de los bebés.
El ejemplo anterior  (quiero algo y lo cojo) se ubicaría en una fase 2ª  (propia de niños de hasta más o menos 2  años).
 La 3ª fase  de desarrollo sería aquella en la que se encontrarían los niños que son capaces de no realizar una acción si hay un castigo.
La 4ª fase es en la que son capaces de elaborar el pensamiento “si hago esto y mamá me descubre se va a enfadar “ y por eso dejan de hacerlo. En esta fase empezarían a tener en cuenta a los demás.
Y la fase (y ansiada)  es aquella en la que empiezan a no hacer lo que está mal porque ellos se sienten mal, no hace lo que sabe que es malo sobre todo por él mismo. Fase que suele darse a partir de los 8 años en niños de evolución normal.

Llegado a este punto la psicóloga nos advirtió que para evitar que los niños no hagan lo correcto, independiente de la edad física que tengan, vamos a tener que vivir muy vigilantes para evitarles la ocasión de infringir las normas  y que igual que para un problema de una discapacidad física somos capaces de adaptar nuestra casa, tendremos que adaptar nuestra vida a una incapacidad psíquica, porque es necesario reducir los riesgos al máximo y enseñar a modularse, una manera sería establecer una tabla de consecuencias lógicas que ellos interioricen y así aprendan que sus actos van acompañados de consecuencias y que vayan acompañados a la vez de emociones: si haces esto tú te sientes luego mal y a mí me provoca enfado, tristeza, etc, dándoles constantemente pautas morales, siendo muy conscientes de la moralidad que les inculcamos.
Por supuesto que la comprensión no debe estar reñida con la firmeza y en esto hay que ser muy constantes y  que sus actos siempre tengan consecuencias  (acordes con ellos) sin ceder. Es aconsejable establecer pocas normas y cuando las interioricen pasar a otras, independientemente de la edad.
(Personalmente nunca creí que fuera tan difícil enseñar a un niño la -para mi-, tan clara relación acto-consecuencia, y cuatro años después lo mismo con ,mi hija de 11 que con el pequeño de 6 sigo intentándolo con escaso éxito.)



Es importante valorar el autoconcepto del niño.

Hablando en términos generales, si nuestro hijo tiene un concepto de si mismo pobre, puede hacer “cosas malas”, o suele rendirse porque piensa que el no vale y que es un fracasado así que lo que hace es fracasar.
Por esto hay que reforzarlos mucho en lo positivo, esto suele funcionar mejor que los castigos, aunque esos refuerzos sean en cosas insignificantes para nosotros o aunque nuestros hijos sean mayores. 
Hay que “exponerlos al éxito” es decir, tenemos que identificar las habilidades del niño y si, por ejemplo, dibuja bien apuntarlo a clase de dibujo para que potencie lo bueno y le ayude a remontar su baja autoestima. Trabajar en lo que hace o se le da bien y reforzarlo minimizando lo que hace mal y que no sea transgresivo.
Todos los niños prueban la transgresión de las normas ( tan común sobre todo en la adolescencia) lo que nos tiene que poner en alerta es la frecuencia de esta transgresión y si no funcionan los recursos y estrategias familiares  hay que cambiarlos y pedir ayuda.
Hay que tener especial cuidado con sus mensajes, “soy malo”, “soy tonto” y con nuestros mensajes de refuerzo a esto porque un niño que no se sienta aceptado (y es muy común que así sea) se sentirá excluido, un niño que piense que es malo “ejercerá” de malo. Por ejemplo, y  aunque parezca lo contrario, un niño “chulo” que nos parece engreído, nos está mostrando  un síntoma de baja autoestima.


Es muy importante trabajar con ellos en el “autogobierno” en base a la aceptación y al refuerzo positivo, porque muchos niños no son capaces de autoregularse ellos solos, de organizarse emocionalmente, no son autónomos y tienen que contar con la presencia continua de un cuidador (la constante vigilancia y presencia de la que antes nos había hablado). Por esta razón el paso al instituto puede ser desastroso para un niño que no se autogobierne, porque el instituto pide que te organices solo y no existe una persona de referencia con una fuerte y constante presencia que es la que necesitarían los niños para ayudarles a regularse.
Los niños que sufren problemas de apego o de desarrollo o las dos cosas, independientemente de la edad que tengan, independientemente del momento en el que fueron adoptados necesitan sentirse aceptados, y tienen que ser constantemente supervisados, porque no son capaces de autoregularse, o de interiorizar las normas ni las consecuencias de transgredirlas.
Medir nuestra empatía, ser firmes y constantes, a la vez que sustentadores, apoyo profesional colegios e institutos pequeños y mucha presencia y vigilancia fueron los consejos que esta estupenda profesional nos transmitió así como el mensaje de que “el paso del tiempo ayuda”.
Nos aconsejó la lectura del libro “El niño abandonado” de Niels Peter Rygaard y "Otra forma de aprender es posible", de Marga Muñiz Aguilar, autora a la que en diversas ocasiones hemos hecho referencia por sus publicaciones sobre orientación y recursos  para padres adoptivos y que es escritora también de "Cuando l@s niñ@s no vienen de París".

Espero que quien lea este resumen, le sirva de ayuda , el conocer un poco más sobre las posibles causas de conductas ya no solo morales, sino cotidianas, de nuestros hijos. 
Estoy muy agradecida al Instituto Familia y adopción por organizar esta estupenda charla y a Elena Borrajo por arrojar tanta luz en nuestra a veces un poquito complicada vida familiar.








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