Con otros padres y madres por adopción he asistido a un interesante debate sobre la palabra abandono, generado por una entrada en un blog reflexivo como pocos en el ámbito adoptivo llamado Una madre de marte.
Es esta una palabra que en adopción o mejor dicho en cada caso de adopción tiene aparejados distintos matices y enunciados, seguro que en nuestra historia, en la de mis hijos, tiene un significado y un peso específico distinto al de otros casos cercanos y conocidos.Seguro que para mis hijos significará algo distinto que para los hijos de mis vecinos aunque de la impresión de que sus realidades hayan sido parecidas.
Para debatirlo –que no rebatirlo-sólo me salían frases que señalaban la importancia y significado que tienen las palabras, hablar de los modelos mentales que volcamos al usar determinadas palabras, la diferencia entre el significado que uno otorga a una palabra y cómo el otro la percibe... pero al acabar de escribir y leer lo que quería decir me pareció tan frío y tan lejano a un tema tan importante en adopción como es este del “abandono” que no me parecía que pudieran mis razones acercarme ni de lejos a su calor…y recordé una historia, un cuento popular Hindú.
Antes de nada tengo que aclarar que yo no soy religiosa aunque sí me considero una persona espiritual, estoy segura de que sabréis interpretar la diferencia como creo que sabréis interpretar la siguiente historia.
Esta es simplemente una gran metáfora pero creo que en ella podemos cambiar “Dios”, la palabra “Dios” por cualquier gran concepto que nos preocupe:
Hace muchos años, un grupo de sabios monjes se reunieron para discutir sobre Dios, todos eran muy ancianos y ciegos desde su nacimiento.
Cada uno poseía su propia idea de Dios, su particular filosofía y se creía en posesión de la Verdad, todos rotundos eruditos, querían hacer de las múltiples verdades una sola: la que ellos conocían y defendían.
La disertación, ya la habían tenido más de una vez, y todos y cada uno repetía las mismas argumentaciones: “Dios es bueno y comprensivo”, “No, Dios ha de ser justo y por lo tanto, riguroso”, “Dios es omnipresente y responsable de todo lo que sucede” No, Dios da potestad para elegir”…ni siquiera ellos podían ponerse de acuerdo.
El más anciano de todos levantando la voz dijo:
- En todos estos años de debates y reuniones no hemos sido capaz de acordar cómo es Dios. Porque ni siquiera nosotros conseguimos escucharnos. Anoche tuve un sueño, reunámonos de nuevo aquí la semana próxima, y espero que avancemos algo entonces.
Cuando pasados siete días se reunieron de nuevo y, antes de que pudieran empezar su eterno debate, el monje más anciano les hizo pasar a un cuarto que desconocían. Allí, les pidió que cada uno tocara lo que tenía delante, en silencio y sin moverse del sitio asignado. Así lo hicieron, y cuando hubieron terminado, se sentaron en círculo.
- ¿Y bien? Qué había en la habitación?-preguntó el sabio que les había reunido.
- Era algo inmenso, no podía abarcarlo con mis dos manos. -Dijo el primer monje
- Era cálido, duro, rugoso.
- Te equivocas. Lo que había en la habitación era pequeño y ligero.
- En absoluto! Lo que había en el cuarto era duro, sí, pero frío, liso y muy suave
- ¿Pero de qué sitio venís? Protestaba otro. No era tan duro y además se movía! era cilíndrico y húmedo al final.
El anciano monje les dejó seguir un buen rato antes de revelarles lo que realmente habían palpado: todos hablaban del mismo ser: un elefante. Cada uno había llegado a conocer una sola parte del mismo: la cola, el lomo, un colmillo, la trompa. Y su obstinación a ver más allá de la propia experiencia les impedía apreciar el “Todo”.
Un solo ser que poseía múltiples apreciaciones.
Ojalá sirva para explicar lo que pienso y siento sobre cada palabra de peso, cada gran concepto.
Hace tiempo que trato de tener presente que lo que para mi es una REALIDAD con mayúsculas puede que para la persona que tengo enfrente sea algo completamente distinto, con un particular peso específico. Las palabras y su contenido para cada quién tiene la dimensión que sus vivencias y sus emociones le hayan conferido.