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Hace cinco años en un país lejano ....

Qué miedo, que nervios, que impaciencia... Y parece que fue ayer.Volábamos horas en distintos aviones y pasábamos por los distintos aeropuertos con prisas, o con demoras porque hubo retrasos y contratiempos, pero nada podía impedir que faltáramos a la cita más importante de nuestras vidas. Una cita a ciegas y doble además! Una cita por la que uniríamos nuestra vida a dos completos desconocidos, cuatro seres unidos para siempre, en las alegrías y en las tristezas. Que de todo ha habido en estos cinco años...
Aquella cita cambiaría el rumbo de la vida de todos nosotros pero sobre todo la de dos hermanos, separados tanto, que el pequeño desconocía la existencia de su hermana mientras que su pequeña hermana no podía dejar de pensar en él, tanto es así que apenas conocernos nos preguntó por él y nos pidió verle en fotos, cada día hasta que nos permitieron llevarle junto a él, un ratito, cada día. Él seguía siendo muy pequeño pero ya no era el bebé del que le separaron, ella sabía lo que había crecido gracias a esas fotos que veía cada día. Tan cerca y tan lejos. Dos instituciones distintas apenas a unos minutos la una de la otra pero para ellos una distancia infranqueable.
Nada sabíamos de esos dos niños y esos dos niños que nadan sabían de nosotros, Diana impaciente,  deseando y pidiendo unos padres, una familia y Nacho pequeño, tan pequeño ajeno a todo y también luchando solo...

Como cuando empieza un romance, las emociones eran un torbellino difícil de manejar. De lo que pasó por nuestras cabezas y por nuestros corazones –los de los cuatro- en Kazajistán, han quedado cientos de fotografías y un recuerdo muy hondo en la memoria en el que como ahora me gusta escarbar y me vienen  ráfagas  de vientos cálidos, ráfagas vientos fríos, como el sudor helado del miedo. Un no bajar la guardia por si alguna de las cuerdas que manejaban como marionetas aquellos extraños de quienes dependía el resto de nuestras vidas pudiera romperse. pero no, todo fue bien intenso, difícil a aveces pero bien.
Maratón de sentimientos y emociones desbocadas intentando pese a todo manejar las riendas en un país a merced del viento.
Nuestros miedos mayores eran sobre el pasado y la salud de esos pequeños desconocidos, sobre su estancia en aquellos orfanatos cuyo olor no podremos olvidar, treinta días oliendo el mismo olor inolvidable, los dos edificios igual, todo impregnado de un olor perpetuo que sigo recordando. El ritmo de aquellos centros, idas y venidas de mujeres de edad indefinible con surcos en la piel, pieles curtidas y sonrisas de oro. Tantos niños y tan poco ruido...

Todo salió bien y los dos hermanos nos aceptaron fascinados por tanta atención en exclusiva. A nuestro hijo le costó más aceptar a aquella niña que un día nos empezó a acompañar y que le usurpaba parte de la atención y del protagonismo con estos dos adultos que de 9 a 13 le hacían la mañana más entretenida.
Imposible olvidar las palabras de esa niña pequeña, larguirucha al reencontrarse con su hermano: "Mira...los ves?...estos son nuestros padres...nuestros padres para siempre..."
Y el niño que pese a sus dos años y medio aún no hablaba, miraba sin saber qué significaban aquellos sonidos, tan vacío tenía el concepto “padres”, porque su memoria no almacenaba su significado.
Y fue un tiempo de los cuatro y para los cuatro y jugamos juntos como niños, juegos tranquilos tirados en una alfombra ensamblando piezas o fichas a la vez que nuestros corazones y juegos de contacto humano de tirarnos juntos por toboganes, de hacernos cosquillas o de  montar a caballito y hacer combates de globos y rodar por el suelo descalzos haciendo payasadas porque de un modo intuitivo todos sabemos que la risa es el camino más corto entre dos corazones y los cuatro encontramos sonoros atajos y  superamos el miedo, el idioma, el espacio y el tiempo...

Cinco años hace que los cuatro conseguimos hacer de aquellos lugares de encierro forzoso un parque temático. Nunca creo que haya vivido de forma más consciente el presente como único medio de construir un futuro como entonces.Y desde entonces la vida se nos volvió… eso... presentes importantes como piezas de construcción. Construyendo entre los cuatro una sólida familia que sigue encontrando divertidos atajos y juntos también seguimos aprendiendo a presentarle  cara a los vientos.


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