Ir al contenido principal

Ojos de cabalgata

Ya está se acabó la Navidad (bien está lo que bien acaba).Hemos cumplido con todas las tradiciones: cenas y comidas, inocentadas y campanadas, atragantarse con las uvas tragándolas a destiempo, brindar por quienes estamos y recordar a los que ya no están, Los besos las felicitaciones a propios y a extraños y -la que más me gusta-, llegado el día 5 prisas y caminatas y gente mucha gente y por fin encontrar ese hueco para asistir a la cabalgata , y después el roscón y el preparar el escenario para el día de Reyes ya esperara a que la sonrisa más grande de la mañana ilumine el día 6. No hay día más luminoso.


La cabalgata desde hace años no me la pierdo, antes era inevitable porque pasaban por la puerta de mi negocio y en la calle nos congregábamos los vecinos a verla pasar y en ese momento cerrábamos la puerta de la tienda y esperábamos con ilusión a que pasaran las carrozas y saludábamos a pajes y reyes y nos divertía recoger los caramelos que tiraban -a matar, a veces-, y que luego ofrecíamos a los niños porque todos nos conocíamos en aquella calle... Caramelos que eran de los baratos y que hacían daño, pero hasta los chichones los festejábamos con alegría y siempre justo cuando pasaba la última carroza de Rey -con ese Rey Baltasar tan tuneado y tan falso-, que me devolvía a la realidad y me lo despintaba todo con su cara teñida de betún mal aplicado, y me recordaba que aquello era sólo una ilusión, un enorme montaje y confieso que mayor -y mucho-, he llorado al encogérseme el corazón pensando en la gran mentira y en la pena de que no fuera verdad o tal vez porque quería volver a ser niña o porque lo había sido por un momento y me daba rabia pensar en esa mentira que tanto hubiera deseado que fuera verdad…cómo tantas en la vida: los reyes magos, papá Noel, el ratoncito Pérez, que los que se mueren van al cielo…-o al infierno-, o que si eres bueno nada malo te ha de pasar…La desilusión –momentánea- me sobrevino pronto, a los seis años, alguien vino a quitarme la venda desvelándome un secreto  que antes todo el mundo parecía guardar celosamente y en afable  e invariable complicidad y que en cambio hoy todo el mundo se empeña en desvelar, o en no ocultar porque “en algún momento se han de enterar”, porque creer en fantasías es de inmaduros, porque un niño que siga creyendo pasada una edad “queda en ridículo”… La ingenuidad no está bien vista, es de tontos o de niños "superprotegidos". Pero…¿Y los niños cuya niñez ha sido robada y quieren sobre todas las cosas creer y se aferran a esa ilusión con uñas y dientes alargándola todo lo que pueden? ¿También hay que abrirles a la fuerza los ojos?Creo que no. A mí me dolió mucho enterarme de que era mentira, o más bien de que no era del todo verdad, que es lo que sigo creyendo, y he recuperado mi fe encontrándola de nuevo en la luminosa ingenuidad de mis hijos.-Apaga la luz -me dijo aquella niña mucho mayor de la que ya ni recuerdo el nombre, ni su cara, pero sus palabras no se me olvidan…-para qué?- tu apaga la luz que me da mucha vergüenza.-vergüenza de qué?- que la apagues o no te lo digo!Y le eché de mi habitación y de mi corazón en un arrebato de rabia  porque aquello tan feo que me dijo a oscuras no podía ser verdad, tenía que ser mentira, una mentira podrida porque no era capaz de asimilar con seis años tantas cosas en una frase:

Que era mentira la ilusión más grande y que entonces te duraba no unos días, como ahora, o un mes, sino que lo hacía casi todo un año...  que mis padres eran unos embusteros y que aquella niña era mentira que era mi amiga, y era mala, muy mala y quería hacerme daño.



Miraba las muñecas que hace nada creía fabricadas en el mismísimo oriente y recordaba las estrellas irregulares por el suelo haciendo un camino desde mi cuarto hasta el salón de color de la plata, tan iguales a esas láminas que mi padre tenía en su despacho y que me gustaban porque precisamente me recordaban a las estrellas que me dejaban de sendero los Reyes Magos…


Pero…lo que aquella niña me decía no podía ser verdad, si hasta había hablado con ellos y no se parecían en nada a mamá ni a papá y este año me habían traído todo, todo lo que les había pedido: la muñeca tumbelino, los vestidos de la Nancy con armario… hasta “el Kiko” y “la Kika” que yo había escrito en mi carta y que se me olvidó contárselo en persona…todo…


Aquello tenía que ser un error o una maldad…

Hay cosas que no se te olvidan y esta es una de ellas. No tengo ni el nombre ni la cara de aquella niña que hoy es una oscura sombra con trenzas, pero el recuerdo de cómo sucedió lo tengo imborrable.

Esa noche dormí con mamá, mi padre estaba de viaje. Me subí a su barriga  abrazadita y también con la luz apagada le pregunté si aquello que esa niña me había dicho era verdad…

-Mamá...es verdad que los reyes son los padres?


Mi madre guardó silencio -creí que se había dormido- y entonces su barriga subió como cuando se respira muy fuerte y me preguntó sobre lo que yo pensaba. Es curioso hay cosas que recuerdo vivamente y otras no. No recuerdo que le contesté pero sí que ella estaba muy callada y recuerdo muy bien que me apretaba a ella fuerte, como si creyera que su niña se le escapaba, y la sensación de refugio que aquel abrazo me daba... hasta recuerdo el camisón que llevaba puesto y el tacto de aquellos pliegues color violeta... y recuerdo, porque también lo añoro, el olor de mi madre mezclado con el de a sábanas limpias y recién planchadas. Hay recuerdos que se perciben muy vivamente por el olor. Hay olores que no los guarda ninguna botella de esencia mejor que el corazón.

Me escuchó, o eso me pareció, porque luego supe que su sorpresa fue mayúscula, que no se esperaba que me enterara yo la primera y tan pronto, ya que mi hermano aún siendo dos años mayor, no había aún tropezado con quien  le desvelara el secreto y no tenía nada preparado para cuando llegara ese momento. Porque no hubiera querido que llegara, y aún menos tan anticipado y por mi vía.

Me contó una bonita historia sobre la tradición de un encargo y que en realidad los reyes no eran los padres, sino que ellos eran los pajes de los reyes, ya que los Reyes antes de marcharse detrás de la estrella al cielo, -ese cielo que entonces encerraba todos los misterios-, habían encargado  que siguieran la tradición de llevarles regalos a todos los niños para hacerles felices, y que no importaba quien trajera los regalos sino la magia de esa noche y que si estaba atenta me daría cuenta de que la magia seguía existiendo, no importando quienes fueran los que depositaran los regalos bajo el árbol.

-Mira tu corazón ¿Aunque ya no es navidad, ves  la estrella de oriente?

-Si mamá…-yo veía lo que hiciera falta.

 -¿Crees en ella?

-Claro mamá.

-Pues cuando quieras rescatar la magia busca esa estrella dentro de ti.

Y La creí a pies juntillas y desde entonces cada año creo en la magia, me rescata la ingenuidad me dicta los pasos a seguir para seguir creyendo, para convencerme y convencer a quien me pregunte que la magia existe, y miro a mis hijos, a Diana con esas ganas de seguir creyendo de buscar más la verdad que la mentira en cada fantasía que pasa frente a sus ojos y a Nacho con su candidez abiertos de asombro los ojos y la boca y junto a ellos los caballos de luz que cabalgan ante las carrozas se vuelven corceles mágicos, las barbas de nylon, suaves hebras tejidas por la edad y la sabiduría, los tractores carrozas encantadas y los figurantes pajes y duendes de verdad.

Esa noche de nuevo la magia se produce y pese a los nervios y a las prisas por acostarse, todos los niños caen en ese sueño mágico y es cuando colocando las cajas bien envueltas bajo el zapato correspondiente, con la satisfacción de que ni grandes ni pequeños conocen los secretos que cada regalo esconde, me doy cuenta de que yo también creo la magia. Entonces, ya de madrugada,  en este pueblo con mar y convertida en paje, aún con los ojos de cabalgata, me voy a la cama haciendo un caminito de estrella plateadas y esperando ser capaz de mantener encendida la luz de esa mágica estrella que me acompaña, cuando los secretos sean descubiertos por el más niño de la casa.
Por que la magia, es verdad, no está en los Reyes ni en los regalos, sino en la ilusión que cada uno le ponemos a ese trocito de felicidad en forma de estrella del que nos hacemos cargo cada noche de reyes.

Entradas populares de este blog

Se llama calma. Poema de Dalai Lama

Se llama calma y me costó muchas tormentas.  Se llama calma y cuando desaparece…. salgo otra vez a su búsqueda.  Se llama calma y me enseña a respirar, a pensar y repensar.  Se llama calma y cuando la locura la tienta se desatan vientos bravos que cuestan dominar.  Se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven, la lengua suelta y la panza fría dan lugar a más silencios y más sabiduría.  Se llama calma cuando se aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se desvanece para abrir corazón y alma entregándose enteros a quien quiera recibir y dar.  Se llama calma cuando la amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.  Se llama calma y el mundo la evade, la ignora, inventando guerras que nunca nadie va a ganar. Se llama calma cuando el silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura sino el viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar.  Se llama calma y con

Nombres kazajos

Es tan poco lo que sabemos de vosotros, tantas vueltas que le doy a la cabeza... ¿cómo seréis, de altos de flacos, de guapos, si tímidos o no, si será facil "hacerse con vosotros"... hoy le ha tocado a los nombres y la verdad es que tienen enjundia... Partamos de la base que los kazajos tradicionalmente creen que afecta a su nombre su fortuna. Cada nombre tiene un significado buscan nombres que tengan que ver con las expectativas que guardan para sus niños, o con alguna característica del día en que nacieron, etc. Esto es lo que he encontrado: Nombres masculinos kaza jo s : Akmetzhan, Alen, Alibek, Arman, Askar, Baltabek, Camran, Daniar, Dastan, Eric, Erkin, Erzhan, Garri, Hojanias, Jean, Kairat, Kemhebek, Marat, Mukhametkali, Nazer, Nurlan, Nursultan, Oraz, Ravil, Serik, Serikbek, Talgat, Taras, Abai, Ablai, Achmedjan, Amanet, Aniyar, Assylhan, Baurzhan, Beibitzhan, Borat, Daniyarbek, Ershat, Fauske, Fomenko, Kapan, Kenes, Khazretgali, Kholmatzhon, Kuanyshbek ,Madiyar, Magja

Terapia de grupo

Tengo una amiga que se va a casar y lo va a hacer con el hombre de su vida, como quien dice ya está en capilla, se ha tomado su tiempo pero ha encontrado a la persona con la que forjar los cimientos de un futuro de una vida estable con planes importantes, esos cimientos son el amor, el respeto, la admiración y la confianza mutua, sólidos cimientos en los que crear una familia… pero en las 6 semanas previas al día más señalado los cimientos han empezado a tambalearse, cinco años de noviazgo feliz con discusiones breves e insignificantes desavenencias, se están convirtiendo en continuos enfados e incesantes tira y afloja que están empañando todos los preparativos y las ilusionantes vigilias. Todo por "culpa" de la casa, la casa de sus sueños, el hogar que están decorando como nido de amor. Primero las reformas y luego la decoración, están sirviendo de caballo de batalla donde ya se discute por cualquier cosa. El no ve nada claro ninguna de las ideas que ella aporta para la