
Frente a una hoja en blanco soy capaz de ordenar mis ideas lo suficiente para expresar con aceptable claridad lo que quiero decir. Oralmente es distinto, en discusiones o conversaciones con cierta tensión emocional que suponen un debate o una controversia, me cuesta mucho sintetizar y ordenar las ideas para poder expresar claramente lo que quiero comunicar. Me acogoto, me apabullo, me atranco y me resulta frustrante no ser capaz de rebatir claramente y defender mi posición. Al rato –tarde, demasiado tarde casi siempre-, cuando repaso la conversación en soledad es cuando me vienen las ideas fluidamente, los argumentos que debería haber utilizado y las exposiciones o planteamientos que habría querido hacer más ordenados y más lúcidos. Y me da rabia.¿Qué es lo que falla?
Y lo segundo es que creo que de pequeña no me entrenaron para cuestionarme las cosas y encima soy bastante ingenua. Aunque este rasgo se va diluyendo con la edad, sigo creyendo en la bondad y la filantropía por naturaleza y salvo que mi instinto –que si lo tengo bastante desarrollado- me indique lo contrario, suelo fiarme del criterio de las personas que me parecen francas e íntegras.
Entonces ¿cómo enseñar a pensar a alguien si parto de mis propias carencias?
Mi madre me enseño a conducir.
Ella se sacó el carnet con muchos años y poca pericia, su carácter nervioso y su natural absoluto despiste originaron multitud de anécdotas –en el recuerdo divertidas- pero entonces bastante enojosas.
El caso es que por defecto o por exceso aprendí a conducir con ella y me enseñó bien, no ya el manejo del coche sino otras habilidades -ella las llamaba, paciencia, prudencia y mesura-que han hecho que en 30 años de carnet no haya tenido contratiempos.
Vale, con carencias y todo se puede enseñar ¿Pero cómo se enseña a pensar?
Pensar no es lo mismo que aprender.
-Mamá mucho es un verbo?
-A ver Diana, tu me muchas?
-jajajaja, no mamá yo te quiero mucho, pero cuando te pregunto si me quieres tu siempre me dices “yo? Mucho!”…
-jajaja vale, pues entonces yo te mucho, tu me “muchas” el me “mucha”, nosotros nos ”muchamos” ellos se “muchan”…en esta familia todos nos”muchamos” mucho.
-jajajaja, no mamá ya ….mucho no es un verbo.

El caso es que por defecto o por exceso aprendí a conducir con ella y me enseñó bien, no ya el manejo del coche sino otras habilidades -ella las llamaba, paciencia, prudencia y mesura-que han hecho que en 30 años de carnet no haya tenido contratiempos.
Vale, con carencias y todo se puede enseñar ¿Pero cómo se enseña a pensar?
Pensar no es lo mismo que aprender.

-A ver Diana, tu me muchas?
-jajajaja, no mamá yo te quiero mucho, pero cuando te pregunto si me quieres tu siempre me dices “yo? Mucho!”…
-jajaja vale, pues entonces yo te mucho, tu me “muchas” el me “mucha”, nosotros nos ”muchamos” ellos se “muchan”…en esta familia todos nos”muchamos” mucho.
-jajajaja, no mamá ya ….mucho no es un verbo.
Me imagino que incentivando el uso de las neuronas, más que enseñarles a pensar habrá que incentivarles para que les guste o quieran pensar.
Nacho está en la fase de “yo solito”, y aunque a veces es desesperante siempre es admirable como se esfuerza por hacer por si mismo muchas cosas –algunas fuera de su alcance-, algunas veces su esfuerzo resulta encantador y otras irritante y engorroso -comiendo es un cochinote y para que no se manche tendría que ir vestido de buzo con escafandra y seguro que se las apañaría para que algo le cayera dentro.
Brilli-brilli es una palabra acertadísima, inventada por Evelyn, -madre de Nikita-, para designar finamente a las cosas horteras o de mal gusto.
Creo que es una de las que mi hija primero aprendió estando aún en Ust-, en la ciudad en que residían nuestros hijos y en la que vivimos un mes y convivimos con Evelyn, Juan y Carmen y Cristobalina. Allí las mujeres jóvenes o no tanto, solían ir muy bien arregladas, la buena presencia es algo que tienen muy en cuenta en ese país y tanto es así que incluso una de las cuidadoras de Nacho, cuando le pedimos que posara junto a nosotros en una foto nos rogó que lo pospusiéramos para el día siguiente para poder ir a la peluquería y salir bien en las fotos.
Lo tiene muy claro y es lo que la motiva a aprenderlo todo y ese todo abarca desde los buenos modales en la mesa ( come los espagueti con cuchara y tenedor correctamente) hasta intentar distinguir en el vestir entre lo que sienta bien es elegante o es bonito de lo “brilli-brilli”, está aprendiendo a escoger. Escoger es algo que hacemos constantemente, es algo tan fundamental en la vida que aprender a escoger debería ser una asignatura de las importantes en la vida: “las buenas y malas elecciones “ porque de eso depende hasta nuestra felicidad.
Ella sabe que ser “princesa” es toda una carrera de obstáculos y que tiene que formarse mucho y superar los distintos niveles: renacuajo- sapo, ranita, infanta y finalmente princesa, para llegar a ser como sus heroínas de Disney.
A veces quiere ser Mulán otras Ariel … y entre juegos y fantasías veo cómo va creciendo tan rápido que apenas da tiempo a parase a pensar y si lo hago es por la preocupación que me ocasiona la responsabilidad de ayudarla a ser una persona capaz, y cuando me pierdo en estos vericuetos intelectuales casi me olvido de que además tengo que ayudarle a que sea -sobre todas las cosas- feliz.

Hasta para ponerse una camiseta se necesita pensar: y Nacho se toma su tiempo...
-¿Así mami? (y me enseña siempre lo de detrás para adelante)
-No Nacho, al revés.
-Y le da la vuelta dos veces y lo vuelve a poner al revés.
-¿Así?
Ahí depende de mi prisa o lo templado de mis nervios en ese momento, que la operación camiseta se termine en más o menos tiempo (luego vendrá el pantalón, los calcetines, los zapatos…)
Cuando mi hija empezó en el colegio, y siendo la suya una labor de Titanes- familia, país, idioma, colegio, compañeros, profesora…todo nuevo, desconocido y por estrenar-, nos dimos cuenta de que también tenía por estrenar sus neuronas, no es que no pensara antes claro, pero si es verdad que al parecer nunca había tenido que escoger o tomar decisiones o explicar cosa alguna.
Con el hándicap del idioma, proveniente de un sistema proteccionista soviético y su corta vida vacía de experiencias que son cotidianas para los niños de occidente, su cabeza no estaba entrenada para ni siquiera escoger entre lo que le gustaba o lo que no, escoger era una ardua tarea, contar algo que le preocupaba o que le había impresionado o interesado (un corto de dibujos por ejemplo) también.
La memoria intelectual estaba intacta, sin estrenar y es a base de entrenamiento y mucho tesón por su parte que por ejemplo, ha llegado a aprenderse la tabla de multiplicar, y a veces su mente da la impresión de tener activado un botón de autoborrado instantáneo.
El otro caballo de batalla es la comprensión lectora. Con su idioma español recién estrenado y sus ganas de aprender día a día vemos como va avanzando a veces a pasos agigantados, otras despacio como tortugas reumáticas, unas veces con asombrosa claridad otras con sorprendente torpeza, vemos como poco a poco empieza a desenvolverse intelectualmente.
Esto que trato de explicar no es fácil de comprender o de manejar, hasta a nosotros nos cuesta tenerlo en cuenta a veces viendo a Diana tan grande, tan pizpireta pero luego tan rezagada en cuestiones cotidianas que todos damos por supuestas y dominadas.
Brilli-brilli.-¿Así mami? (y me enseña siempre lo de detrás para adelante)
-No Nacho, al revés.
-Y le da la vuelta dos veces y lo vuelve a poner al revés.
-¿Así?
Ahí depende de mi prisa o lo templado de mis nervios en ese momento, que la operación camiseta se termine en más o menos tiempo (luego vendrá el pantalón, los calcetines, los zapatos…)

Con el hándicap del idioma, proveniente de un sistema proteccionista soviético y su corta vida vacía de experiencias que son cotidianas para los niños de occidente, su cabeza no estaba entrenada para ni siquiera escoger entre lo que le gustaba o lo que no, escoger era una ardua tarea, contar algo que le preocupaba o que le había impresionado o interesado (un corto de dibujos por ejemplo) también.

El otro caballo de batalla es la comprensión lectora. Con su idioma español recién estrenado y sus ganas de aprender día a día vemos como va avanzando a veces a pasos agigantados, otras despacio como tortugas reumáticas, unas veces con asombrosa claridad otras con sorprendente torpeza, vemos como poco a poco empieza a desenvolverse intelectualmente.
Esto que trato de explicar no es fácil de comprender o de manejar, hasta a nosotros nos cuesta tenerlo en cuenta a veces viendo a Diana tan grande, tan pizpireta pero luego tan rezagada en cuestiones cotidianas que todos damos por supuestas y dominadas.
Brilli-brilli es una palabra acertadísima, inventada por Evelyn, -madre de Nikita-, para designar finamente a las cosas horteras o de mal gusto.

Creo que es una de las que mi hija primero aprendió estando aún en Ust-, en la ciudad en que residían nuestros hijos y en la que vivimos un mes y convivimos con Evelyn, Juan y Carmen y Cristobalina. Allí las mujeres jóvenes o no tanto, solían ir muy bien arregladas, la buena presencia es algo que tienen muy en cuenta en ese país y tanto es así que incluso una de las cuidadoras de Nacho, cuando le pedimos que posara junto a nosotros en una foto nos rogó que lo pospusiéramos para el día siguiente para poder ir a la peluquería y salir bien en las fotos.
Las cuidadoras eran mujeres de procedencia y estatus humilde con sueldos muy bajos, nada equiparable a nuestras maestras o auxiliares.
Kazajstán es un país donde conviven principalmente dos religiones la ortodoxa (rusos) y la musulmana (kazajos) pero apenas recuerdo haber visto por la calle a un par de mujeres con la cabeza cubierta.
A pie de calle las mujeres iban siempre arregladas y algo que a todos los que hemos estado en ese país nos ha llamado la atención: con unos tacones de aguja de vértigo, aún con nieve o hielo.
Las mujeres jóvenes además de ser en su mayoría guapas y llamativas, solían llevar faldas muy cortas o short con medias finas (¡con el frío que hacia!) y hasta generosos escotes.
Allí tanto rusas como kazajas son amantes de lo brilli- brilli, es decir todo complemento de moda brillante, lentejuelas, pegatinas, broches, telas brillantes, botas altísimas de charol etc.
Y Así nuestra genial Evelyn acuñó el término brilli-brilli y lo perpetuó en nuestro vocabulario.
Kazajstán es un país donde conviven principalmente dos religiones la ortodoxa (rusos) y la musulmana (kazajos) pero apenas recuerdo haber visto por la calle a un par de mujeres con la cabeza cubierta.

Las mujeres jóvenes además de ser en su mayoría guapas y llamativas, solían llevar faldas muy cortas o short con medias finas (¡con el frío que hacia!) y hasta generosos escotes.
Allí tanto rusas como kazajas son amantes de lo brilli- brilli, es decir todo complemento de moda brillante, lentejuelas, pegatinas, broches, telas brillantes, botas altísimas de charol etc.
Y Así nuestra genial Evelyn acuñó el término brilli-brilli y lo perpetuó en nuestro vocabulario.
Diana quiere ser princesa.

Ella sabe que ser “princesa” es toda una carrera de obstáculos y que tiene que formarse mucho y superar los distintos niveles: renacuajo- sapo, ranita, infanta y finalmente princesa, para llegar a ser como sus heroínas de Disney.
A veces quiere ser Mulán otras Ariel … y entre juegos y fantasías veo cómo va creciendo tan rápido que apenas da tiempo a parase a pensar y si lo hago es por la preocupación que me ocasiona la responsabilidad de ayudarla a ser una persona capaz, y cuando me pierdo en estos vericuetos intelectuales casi me olvido de que además tengo que ayudarle a que sea -sobre todas las cosas- feliz.
