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3...2...1...0...: ¡2013!

Mañana será otro día, y otro año,  pero en realidad sólo habrán pasado unas horas que tendrán de especiales lo que nosotros queramos concederles: nostalgia, tristeza, alegría, risas, ilusión... pero al día siguiente, cuando estrenemos un nuevo calendario, nuestra vida seguirá D.m. en el mismo punto exacto donde la dejamos el año anterior, el día antes.

Cada cual mañana tendrá que reconstruir su cara en el espejo apartando de su frente los recuerdos que no les dejan avanzar,  componer nuestras miradas con el enfoque justo para que nos permita seguir mirando en los corazones de aquellos seres que nos ayudan a mejorar y todos, -unos más que otros-, nos vestiremos de esperanza, y saldremos a la vida, esa que a veces nos  ata con cordones que aprietan el alma y otras nos invita a danzar descalzos sobre cristales rotos, sobre verdades a medias de un mundo posible en el que ya nadie acaba de creer.
Y con la resaca de un año mal destilado, saldremos al mundo vestidos de promesas, porque pese a los cristales, los cordones y las mentiras que nos dejamos contar, nuestros hijos con sus ojos llenos de ilusión nos recuerdan que la ilusión es necesaria y que también nosotros esperábamos con nuestras pupilas infantiles que nuestros deseos se cumplieran cada  5 de enero y que nada es más importante que mantener el testigo de la ilusión de que la magia existe. 
Por que una parte de nosotros sea capaz de aportar algo de magia a nuestro  particular mundo en este nuevo año. 

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