Han pasado once años en un suspiro, que parece mucho y poco a la vez
El momento
intenso de la espera final, sentada en un sofá ante el despacho de la directora
y los instantes que vivimos después…
El encuentro con Nacho, un encuentro difícil, angustioso y conmovedor. Pudo ser el día más feliz de
nuestra vida pero no lo fue. Aquel niño adormilado, casi paralizado… qué
distinto al que vivimos horas después, tan despierto y pizpireto.
Hoy con la tranquilidad de saberlos sanos y cómo están
progresando, todo se ve de otra manera, pero aunque toca el recuerdo de aquel
día, tengo que admitir que son momentos difíciles en los te asaltan miedos, dudas, incertidumbre... no es para contarlo...tampoco para vivirlo.
Fue un mes lleno de días intensos de muchas emociones y experiencias condensadas en unas pocas horas, días de preocupación por lo que vivíamos y por lo que habíamos dejado en España, una España en crisis, marchita y sin brotes verdes, Eduardo, mi baluarte, mi sostén, recién superado el cáncer, y a mi hermano, enfermo, herido de muerte aunque aguantando y luchando con su mejor sonrisa, esperando saber de sus sobrinos día a día vía skype. Estábamos tan lejos, allí en Ust-kamenogorst, días extraños con extrañas rutinas de prisas y parones en seco. Domingos de reuniones de españoles con los que nos une ya mucho más que una amistad, días de recopilar datos y recuerdos, en una experiencia única que nunca se volverá a repetir.
Recuerdo con un hormigueo el
frenesí de esas prisas, los nervios, la ansiedad que me producía el que nos
llevaran a todas partes en volandas con apenas margen de autonomía. En este
momento siento de nuevo todo lo que sentí y en especial recuerdo una noche
sentada frente a una ventana viendo nevar y la sensación de paz al oír aquel
murmullo que me ayudó a silenciar en ese momento el runrún constante de mis
pensamientos en aquellos agitados días. El primer momento de paz en mucho tiempo.
Recuerdos, imágenes, sonidos,
olores y contacto. Pensamientos, emociones y sentimientos.
Hoy desde nuestra vida presente todo eso permanece intacto pero se ve con otra perspectiva, la vida cambia, por supuesto que sí, pero pocas veces se tiene tan claro el instante en que lo hizo de una forma tan decisiva y para siempre. La mía lo hizo tal día como hoy 9 de Octubre del año 2009, a 7000 kilómetros de distancia. Y si existiera un genio de la lampara, le pediría volver de nuevo a entonces y vivir de nuevo estos once años, día por día, siendo la de ahora, sabiendo lo que sé ahora.