En mi vida y por distintos motivos ha habido muchos puntos de inflexión, y un puñado nutrido de “antes y después” que me han cambiado la vida y me han cambiado a mi.Todos estos cambios, en la mayoría de los casos fueron por circunstancias dolorosas y de todas ellas traté de salir reforzada aunque en muchas de ellas las heridas han dejado cicatrices que me recuerdan que la vida no siempre es bonita, que puede ser muy aviesa, pero que merece mucho la pena no pasársela lamiéndose las heridas, porque lo importante es hacer frente a todas las batallas, y que de lo único que uno debe arrepentirse es de lo que ha dejado de hacer por miedo a equivocarse o por cobardía; cuando comprendes que tienes derecho a equivocarte en las decisiones que sólo te incumben a ti,


De ese punto de inflexión que fue el viaje a Ust- Kamenogorsk, espero hayan salido unas de esas compañías para siempre, me refiero a las dos familias que coincidimos allí en nuestro viaje a la paternidad y así este fin de semana de camino que íbamos a Cazorla haciendo noche en Granada aprovechamos para visitar a una de esas familias que sentimos como nuestra familia de adopción: Evelyn y Nikita.
Decirle a Diana que vamos a ver a Nikita es como decirle que le vamos a dar un premio, siempre le hace muchísima ilusión, y me consta que a Nikita le sucede lo mismo, no en vano nos esperaban los dos en la misma “casa de niños” de Ust-kamenogorsk, aunque en módulos separados –ellos antes ni se conocían- porque el sistema de orfanatos de Ust separa también a los niños en función de su origen: kazajos /rusos, ucranianos etc. Y en el mes que pasamos en Kazajstán para fomentar el apego con nuestros niños las tardes de visita con Diana las solíamos pasar juntos con Nikita y Evelyn jugando en el gimnasio de la “casa de niños”, y de esos ratos guardamos unos recuerdos preciosos jalonados de anécdotas divertidas… de batallas de globos con los niños subidos a nuestras espaldas, de juegos a veces un poco brutos a veces tranquilos y de risas de muchísimas risas.
El viernes después de comer salimos hacia Granada y pasamos la tarde con Nikita y Evelyn, después cenamos juntos en su casa, -preciosa casa-, nos pedimos comida china y nos quedamos hasta pasadas las once, nos hubiéramos quedado mucho más pero no queríamos romper demasiado la rutina de los niños que no están acostumbrados a trasnochar y aunque al día siguiente no tuvieran que ir al colegio, para ellos era muy tarde, además al día siguiente nosotros marcharíamos a Cazorla y ellos tenían planeado subir a Sierra Nevada a esquiar.
Como siempre nos costó mucho despedirnos porque estamos muy a gusto cuando nos reunimos pero hemos prometido vernos muy pronto de nuevo y seguro que así será….
Dormir fuera de su cama es para Nacho algo que le descoloca mucho, bueno, casi todo lo que rompa su rutina incide en su carácter kazajo, y este es el que acaba por descolocarnos un poco a todos, pero conseguimos que se durmiera al fin y salvo por un par de interrupciones dormimos los cuatro más o menos bien.
Decirle a Diana que vamos a ver a Nikita es como decirle que le vamos a dar un premio, siempre le hace muchísima ilusión, y me consta que a Nikita le sucede lo mismo, no en vano nos esperaban los dos en la misma “casa de niños” de Ust-kamenogorsk, aunque en módulos separados –ellos antes ni se conocían- porque el sistema de orfanatos de Ust separa también a los niños en función de su origen: kazajos /rusos, ucranianos etc. Y en el mes que pasamos en Kazajstán para fomentar el apego con nuestros niños las tardes de visita con Diana las solíamos pasar juntos con Nikita y Evelyn jugando en el gimnasio de la “casa de niños”, y de esos ratos guardamos unos recuerdos preciosos jalonados de anécdotas divertidas… de batallas de globos con los niños subidos a nuestras espaldas, de juegos a veces un poco brutos a veces tranquilos y de risas de muchísimas risas.

Como siempre nos costó mucho despedirnos porque estamos muy a gusto cuando nos reunimos pero hemos prometido vernos muy pronto de nuevo y seguro que así será….
Dormir fuera de su cama es para Nacho algo que le descoloca mucho, bueno, casi todo lo que rompa su rutina incide en su carácter kazajo, y este es el que acaba por descolocarnos un poco a todos, pero conseguimos que se durmiera al fin y salvo por un par de interrupciones dormimos los cuatro más o menos bien.
