
En este intenso camino de ocho meses, dejando aparte los momentos increíblemente dulces y felices del que todas las páginas y blogs están llenos y de los que este blog mío también tiene sus raciones más o menos empachosas, quiero examinar y reflexionar sobre los momentos difíciles, los de tensión, los amargos con pensamientos peregrinos del tipo "no sé si sirvo" y de ese estilo que muchos padres tenemos y como soy consciente de lo mal que se pasa, me gustaría compartir en este medio, algunos de los artículos o de las "recetas" que voy recabando por si a alguien le sirve de ayuda o beneficio. Las preocupaciones que me han asaltado observando a mis hijos, algunas absolutamente sin fundamento, unas que te asaltan de manera intuitiva y otras producto del temor a lo desconocido -mis hijos lo eran totalmente- o del miedo a no saber interpretar las señales que algunas veces he captado. Algunos comportamientos "son de libro", están tipificados y pautados en algunos artículos que han caído en mis manos por diversos medios y el saber que esas conductas pueden ser debidas a emociones o conflictos propios de su condición de adoptados,-lo primero que he tenido que aprender es que todos los hijos adoptivos son niños con una necesidad de atención especial-, el reconocerlo y conocer estrategias que ayuden a salvar esos momentos, minimizan mucho las cuestiones, las normalizan y el conocer su procedencia amortiguan su impacto y ayudan a reconducir los conflictos.
También tengo que advertir que por ese mismo afán de saber e informarme he creído percibir obstáculos y complicaciones donde no había nada más que normalidades. Pero eso ya va en las paranoias mías particulares que a Dios gracias me las tamiza y frena el sentido común, la prudencia y la puesta en común de mis temores con los pilares que me sustentan : Eduardo -mi marido-, mis seres queridos entre los que cuento a mis mejores amigas, y algunos profesionales muy versados en menores a quien acudo cuando se me enciende el pilotito rojo.
