No se si a alguien más le pasa o soy un bicho raro pero llevo en mi interior una especie de reloj cuya alarma de aviso suena en una fecha determinada, mi humor se amohína, me pongo triste y enfadada a la vez, casi intratable, rompería a llorar por cada esquina y sobre todo me siento la persona más sola y desvalida del universo. Cada día siento mi orfandad un poquito y añoro a mi madre desde el mismo instante en que murió-tal día como hoy - con la misma fuerza y siento el mismo vacío, un vacío que nada ni nadie podrá llenar nunca porque ese es su espacio, su sitio y por lleno que esté mi corazón de amor por mis demás seres queridos ese hueco sigue ahí imposible de llenar.
La eché de menos en cada duda y en cada celebración, en cada problema y en cada alegría, en los días mas felices de mi vida y en los mas duros, aunque siempre acaricio la idea de que ella está ahí a mi lado,acariciándome el corazón, sujetándome para que no me rinda, quitando escollos de mi camino…
Antes de convertirme en madre tenía de ella una imagen y unos recuerdos, millones de recuerdos, pero siempre había alguno recurrente: Algún gesto muy suyo, su tacto, su olor, el calor que me trasmitía, la seguridad y el sentimiento de refugio.
Ahora ya madre yo, es como si la viera desde otro ángulo con otros ojos y a veces esto me acerca mucho más a ella y otras me aleja y me enfada. Si, reconozco que desde que soy madre he tenido una época en la que casi no “me hablaba con ella”, he llegado incluso a estar enfadada y molesta con su recuerdo, pero siempre hay algo que me la devuelve y me hace que la entienda y me demuestra lo difícil que debió de ser para ella también, por su forma de ser y por sus propias circunstancias y me doy cuenta de que antes la miraba desde la altura de mi niñez y ahora además de haber crecido e ir acercándome a la edad en la que enfermó, en la que murió, la miro desde otra perspectiva, desde otros enfoques y la comprendo más, y entonces me vuelvo pequeña otra vez y le echo la culpa a la vida, a sus zancadillas y en vez de enfadarme con ella me enfado con el mundo en general y...es cuando me doy cuenta de que ha vuelto a sonar el reloj de mi memoria histórica, ese que por ocupada o enfrascada en otros temas que esté me recuerda que tal día como hoy cuando las dos éramos demasiado jóvenes para separarnos. Mi madre tuvo que marcharse para siempre, ella que me lo procuró enseñar todo pero lo que no pudo enseñarme es cómo vivir sin ella.
"Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi madre* quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!."
Antonio Machado.
(*niña en el poema original)