
Personas que se apean de su viaje interminable a ninguna parte, tras recorrer virtualmente países de todo el mundo, que dejan tras de si la posibilidad de ser padres, de amar y que les amen incondicionalmente.
Un viaje que probablemente les tenía paralizados todos sus otros proyectos, que les condicionaba la vida en aras de una promesa, que lejos de darles felicidad les estaba amargando la vida.
Y ahora esto... justo cuando creían estar tocando el cielo, sus expedientes ya estaban en el país, que tenían incluso asignada región de la que probablemente se conocían todos los datos: los orfanatos, el tiempo atmosférico, lugares donde ir, sitios donde comprar y por donde moverse... les quedaba nada...y les han cerrado las puertas en las narices.


Podemos añadir además a alguno de esos casos de renuncia los años anteriores de búsqueda de la maternidad por clínicas y hospitales.

Me apeé descreída de aquella noria, pensé que por alguna razón la maternidad me estaba negada y aún tuve que oír que era mejor que abandonara porque -y son palabras textuales-"a saber lo que Dios nos estaba evitando al no darnos hijos". No se me olvidará esa frase aunque ahora me sonrío... miro a mis hijos kazajos y me sonrío.

El camino de la paternidad y aún más si cabe el de la adopción por la manera en que se desarrolla, es personal e intransferible, pero casi todos pasamos por las mismas estaciones: la ilusión, el papeleo una y otra vez renovado, certificado, pasado por notario, apostillado, traducido y enviado... el "examen de padres" a veces dos y tres veces realizado, donde te miran con lupa tus intimidades y tus posibilidades... y lo más agotador: la persecución del expediente y ver cómo otros compañeros de viaje lo consiguen y tu -inexplicablemente- siempre te quedas atrás, a un paso, creyéndote cerca pero estando tan lejos como estas familias, estos aspirantes a adoptar en Kazajstán les ha ocurrido, están tan lejos como al principio.


Tan solo me atrevería a decirle que si de corazón, sin apremios ni arrebatos, si el abandonar su sueño le produce algo parecido a quedarse paralizado,completamente exento de motivación, como si se le hubiese fundido el motor que le impulsaba- los hijos son motor de existencia-, esa tal vez sea la señal de que su viaje en busca de un hijo aún no ha terminado.
Mucha suerte.
