
Ayer era domingo y fuimos al parque pero a un tramo nuevo con los mismos columpios que ahora hay en todas partes, pero en el que aun no habíamos estado.
Apenas tres niñas y los míos, y al momento se marcharon no sin antes sacarle la lengua la más descarada de las tres a mi sorprendida Diana, que vino corriendo toda contrariada a contármelo.

Me salió en un primer flash el instinto asesino… luego miré para el grupo que se alejaba y vi a las tres niñas con sus padres, a cada cual más pequeña, mi hija le sacaba más de la cabeza a la más grande de las tres…
-Bueno cariño, a veces esa es una manera de saludar o de interactuar entre niños,.
-Y yo que hago?
-…Errr… pues tu si ves que no es con simpatía le puedes decir algo como “¿uish que fea te pones!”
-¿Y si ella me dice que la fea soy yo?
-Pues tu vas y le dices que “tururú”.
Palabro que le hizo mucha gracia a Diana (No se me ocurrió otra cosa…)
-¿Y entonces se reirá?
-Pues esperemos que si, por lo menos se sorprenderá…

-¡Mamá!¡ Mamá! ¡No te vayas mamá!...
-¡Pero si no me voy…!
Y con su media lengua:
-¡Ven, ven mamá…. “ame la mano…” -me cogió de la mano y me condujo al banco más cercano a donde estaban ellos jugando
- “Séntate” aquí mamá ¿vale?
Y allí me quedé helada de frío, pero con el corazón calentito, flotando en una nube, creo que en el rincón más umbrío y ventoso de todo el parque…

Ya hace un tiempo –no mucho- que ha empezado a pedirme que no me vaya sin él a la calle, o que me busca por la casa, si hace un rato que no me ve, aparece por la puerta donde estoy planchando, o en la cocina, o en el despacho y me dice-¿”questaciendoss”?

Hace un tiempo también que ya no se va con cualquiera indiscriminadamente como al principio y me dice adiós como para que me vaya y lo deje con quien quiera que en ese momento le haya tomado en brazos.
Hace más de un año que están aquí, y ayer fue el primer día en que sentí que necesitaba que estuviera allí, que era importante para él que estuviera cerca mirándole y ningún columpio le distraía el que yo estuviera ahí.
En este nuevo momento de pertenencia en que vivimos, en el que me hace sentirme “suya” yo aún lo siento más mío y la palabra madre aún toma un significado –si cabe- más profundo.
