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Sumergidos en el verano


Este verano estamos algo más normalizados, a la fuerza! Yo trabajo todas las horas trabajables, o mejor dicho estoy más tiempo en la tienda y trabajo más a deshoras, a última hora de la mañana o de la tarde cuando ya tengo el bolso colgado en el hombro siempre entra alguien que quiere “echar un vistazo” y luego con un poco de suerte aprovechando las rebajas pues ese vistazo se materializa en compra, asi que termino cerrando tardísimo y llegando a las tantas a medio día y por la noche, lo justo para dar de comer o cenar y un poquito de descanso (siesta o nocturnidad).

Hemos estado todos pachuchos.
Empezó Diana, y yo creí que se trataba de un golpe de calor, una insolación por jugar a pleno sol sin la gorra, en día y medio se le pasó, luego le siguió Nacho, que empezó a quejarse de la barriga y yo pensé que como se traga toda el agua de la piscina, raro era que no le hubiera dado antes un buen retortijón.

Ya cuando le tocó a Eduardo y lo tumbó tres días en la cama hecho una piltrafilla,  me dí cuenta de que aquello era algo más que cólicos veraniegos y dolores aislados. Pero enseguida consiguieron superarlo y el fin de semana lo pasamos con normalidad.
Los niños y yo playa y piscina, Eduardo aún flojo pero bien.
Pero llegó el lunes... y cuando conseguí levantarme, me dio para medio pasillo y rápidamente me volví a la cama ¡ que mal me encontraba!El llamado virus de las 24 horas no había dejado títere con cabeza y ahora se cebaba conmigo! no pude abrir la tienda y sin nadie a quien echar mano, el pensamiento de la tienda cerrada me ponía aún peor. Al día siguiente pude abrir pero lo pasé fatal, el siguiente ya algo mejor y poco a poco parece que ya por fin estamos todos bien (tocaré madera).


Nacho y Diana este año se lo están pasando de cine, les apuntamos en la escuela de verano de la universidad y todo son juegos y deportes y natación, Diana aprendió a nadar un poquito  el año pasado y este ya con los cursos va de un suelto, que el otro día se le ocurrió irse para la parte honda de la piscina y me nos mal que me di cuenta y la fui a buscar porque se asustó y se quedó un poco paralizada y a fuerza de tranquilizarla y de animarla la volví a la parte donde daba pie. 
Me parece que fue una mala pero aleccionadora experiencia, que tampoco viene mal que de vez en cuando sin consecuencias ellos vean que los límites y prohibiciones están por algo.

Nacho creo que debe estar haciendo caso omiso a las clases, porque casi un mes después y no sabe nadar, si acaso el domingo también en la piscina empezó a soltarse un poco a fuerza de pedirle que se soltara de la escalerilla y se agarrara a mi y como cuando un niño empieza a andar me iba alejando poco a poco a medida que él se iba “soltando” y cogiendo confianza.
Por cierto que en uno de esos impulsos me pilló un poco desprevenida atendiendo a Diana (había tenido una decepción con una niña) y me puso a hacer topless en medio de la piscina,  se trata de la piscina comunitaria de la urbanización donde viven mis hermanos pequeños. Normalmente es una piscina tranquila, pero justo ese domingo como hacía muchísimo viento había gran afluencia de público. ¿Porqué estas cosas suelen pasar cuando más gente puede presenciarlo? Yo me caigo muy pocas veces, pero si lo hago suele ser en un aeropuerto, en la salida de un colegio o a la entrada de un teatro, sino ni me molesto ( es broma…pero es cierto!)

Bueno, pues chapuzones aparte lo más destacable y deplorable que nos ha sucedido este verano ha sido con Diana, lo de la piscina fue un desaire que una niña de origen chino le hizo a Diana, y la tuvo cavilando dos días.
El sábado habían estado jugando juntas ellas dos y otras niñas de la urbanización, subiéndose a un colchón inflable, llenas de risas y muy divertidas, y al día siguiente cuando mi hija se acercó a saludarla la otra le soltó un “ déjame en paz” que dejó a mi hija helada y ya no se atrevió a acercarse más al grupo de niñas que por lo visto “lideraba” esta niña. Me lo estaba contando cuando Nacho me cayó encima y agarrándose al escote de mi bañador bajándolo hasta la cadera al romper uno de los tirantitos que lo sujetaban.

¿Cosas de niños? Me refiero a lo de la chinita, en principio le dije a mi hija que lo mismo tendría un mal día y que no le hiciera ni caso, y  desde ese momento me tuve que dedicar también a jugar con ella, porque estaba sola, al mismo tiempo que intentaba que Nacho se soltara un poquito en lo de flotar. 
Jugamos con un “churro” de esos de piscina a montarnos los tres como si fuéramos a caballo y con este y otros juegos lo pasamos genial. Diana no quiso ni volver a acercarse a las otras niñas y cuando la animé a hacerlo, ella le preguntó desde lejos algo a la niña de marras y tampoco le contesto ni aun cuando su madre y su tía le animaron a hacerlo.
Al día siguiente cuando los recogí en la escuela de verano Diana volvió a la carga:
-Mamá verdad que T. Mei es muy guapa?  
Y sin darme tiempo a responder me dijo:
-Tu crees que  T.Mei, no me quiso hablar ayer porque no soy china?
-Cómo?
- Si es que ella lo mismo no sabe que no soy china y me encuentra rara.
-Vamos a ver ( me sentía furiosa por dentro, no con mi hija sino con el tema de las razas que este verano es recurrente)¿que pasa, que cada vez que conozca yo a alguien le tengo que decir : ”-“Hola, no soy andaluza”?. Como hablo un poco diferente de los de aquí, a partir de ahora tendré que decir algo así ¿te parece?
-No…no me parece…
-Pues lo mismo, Diana con ser Kazaja, lo de ser de un país o una ciudad distintas es chulo, pero no debe de importar para nada cómo nos traten.
-Ya mamá pero importa…
(Hemos tenido un problema en la escuela de un gracioso que le dió por llamarle “cara plana”)
-¿Sabes lo que  creo que paso con T. Mei?
-¿Qué mamá?
-pues que ella es efectivamente muy guapa,
-Si…aunque se lo tiene creído…
-Eso es, se lo tiene un poco…-más bien mucho- creído,
-pero es la más guapa mientras no estés tu, por eso creo que le molesta que te acerques.

A mi niña se le iluminó la cara.
-De verdad mamá que crees que es por eso?
-Sin ninguna duda, lo que pasa que no quise decírtelo para que no te vuelvas tu también una creída.
-No, mami, que ser creidas es ser un poco estupidilla…
-Un poco no, mucho!
Y por el retrovisor la veía como se había borrado ese puntillo lacio y tristón que arrastraba desde el domingo.
Y es que llevamos un verano!!!!
Hicimos reunión vecinal para animar a nuestra selección y  nos juntamos vecinos, y amigos de vecinos, alrededor de una pantalla enorme improvisada en la pared de una de nuestras casas, con un proyector y una PC.
Lo estábamos pasando de cine hasta que España metió el primer gol, entonces los niños de todas las edades y los mayores entonaron super animados el “yo soy español, español, español”. Me levanté a picar algo en una de las mesas que para tal fin habíamos preparado llevando cada familia algún plato, y algo de picoteo, cuando Diana toda llorosa me vino a decir que un niñato, amigo de unos vecinos, le había prohibido cantar porque según el ella no era española:
-“Tu cállate y no cantes que no eres de aquí!” fueron al parecer sus hirientes palabras.
Me subió un calorcillo rabioso y me fui para el mocoso de diez años y le dije sin más que mi hija era tan española como podía ser él,  que tenía carnet de identidad español y que si el estado español  la consideraba española quien era él para decir lo contrario.
Enseguida las madres me apoyaron y la vecina madre del amigo de ese chico, que es una persona estupenda, primero cogió a su hijo y le habló aparte, luego le habló a la mía también aparte y a mi me pidió perdón por la parte que le tocaba ( el vecinito había apoyado al niñato) y me contó que no le gustaba ese amigo de su hijo para nada y que iba a usar este episodio para tacharlo de la lista de invitados a su casa.
El chico ni el vecino ya no disfrutaron para nada  del partido y de vez en cuando me miraba con ojos de rabia como para expresarme odio. Yo le sostenía la mirada y al final dejó de mirarme.
Mi hija viendo el apoyo sincero y generalizado, se sintió super bien y cantó y saltó y se pintó la bandera en ambas mejillas.
Estas anécdotas las comparto aquí porque no son las primeras ni van a ser las últimas que nos tengamos que enfrentar a episodios provocados por las diferencias de nuestros hijos, A mi lo que pasa es que me duelen no lo que digan o piensen los demás sino lo que les puede doler a mis hijos. Pero cada día y cada vez intento que se lo tomen como algo circunstancial, momentáneo y a lo que no deben de dar gran importancia, eso si, que no se callen nunca y que lo digan inmediatamente a nosotros o a sus profesores o a algún mayor que esté cerca.
Al racismo, clasismo o a la discriminación no se la debe dejar de perseguir y atajar. Para que los que se sientan acorralados sean los que atacan a nuestros hijos por sus maravillosas diferencias.

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