Hoy ha caído la segunda hoja del calendario de la vida sin Carlos. Ayer su mujer y yo, intercambiamos recuerdos y tribulaciones, que las hay, siempre las hay .

Lo mejor de todo es que inevitablemente siempre prevalecen los buenos recuerdos y la admiración que a ambas nos
producía su manera de ser frente a la enfermedad.
Compartimos, como
quienes se intercambian preciosos cromos, estampas e imágenes de su valentía y
su genialidad y renovamos juntas nuestro amor por él.
Ayer cuando regresaba a casa, tras dejar a mi cuñada en la suya, en la que compartió con mi
hermano, en la que fue de los dos, por fin entendí, tras nuestra conversación
la frase de “el rey a muerto…¡viva el rey!”