Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi madre *quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!.
Antonio Machado.
(*niña en el poema original)
Yo quiero darles este legado a mis hijos, ese punto de cómplice ternura, inculcarles a nuestros hijos que el cariño debe ser algo abiertamente manifiesto, que los besos y la ternura ha ser espontánea y nunca se contengan porque les de vergüenza expresarse con cariño, por mayores que sean –o que crean ser- que el beso a su padre o el achuchón a su madre –o viceversa- no sea algo que haya que pedirles sino que ellos también lo reclamen y que cada vez que sientan que necesitan un mimo nos lo demanden o nos lo ofrezcan.

—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi madre *quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!.
Antonio Machado.
(*niña en el poema original)
Día 23 de septiembre de 2009 es el aniversario del día más triste de mi vida ¿cómo olvidarlo?: el día que falleció nuestra madre hace ahora 21 años, ahora que me estoy preparando para de convertirme en madre reviso sus enseñanzas me analizo a mi misma y a mis hermanos y aunque es cierto que puedo ser mas objetiva que hace unos años y veo “fallos” en su método, he de admitir que lo hizo lo mejor que supo y que se esforzó mucho por ser la mejor, que duda cabe que para mi lo ha sido y lo será y que sus enseñanzas y su legado han sido mi timón, mi faro y mi guía aun mucho tiempo después de que nos dejara.
Siempre digo que lo único que no me enseñó fue a vivir sin ella y sobre todo a vivir sin las manifestaciones de su amor, mi madre fue sobre todas las cosas una madre amorosa en toda la extensión de la palabra y a veces cuando beso o abrazo a mi hermano pequeño o el grandullón de mi hermano mayor nos hace una carantoña espontánea, la siento a ella y me falta un poco menos, es como si se hiciera presente por unos segundos, preciosos segundos.

Yo quiero darles este legado a mis hijos, ese punto de cómplice ternura, inculcarles a nuestros hijos que el cariño debe ser algo abiertamente manifiesto, que los besos y la ternura ha ser espontánea y nunca se contengan porque les de vergüenza expresarse con cariño, por mayores que sean –o que crean ser- que el beso a su padre o el achuchón a su madre –o viceversa- no sea algo que haya que pedirles sino que ellos también lo reclamen y que cada vez que sientan que necesitan un mimo nos lo demanden o nos lo ofrezcan.
