Llevo mucho tiempo leyendo sobre adopción, educación y postadopción, cultivando la paciencia y la perseverancia de esa manera como la cultivamos sin remedio los padres adoptantes, paciencia porque “pacemos”
en inmensos prados burocráticos sin ver el final del camino en el horizonte jamás, y perseverancia porque día tras día seguimos paciendo sin derecho al mugido por miedo a que nos castiguen con poner nuestro expediente a la cola o en el fondo de un cajón y relegándolo al ostracismo (nuestro expediente ha estado 13 meses durmiendo en el limbo consular sin contar los días que se tiraba encima de la mesa de un despacho en una planta de los servicios sociales a la espera de que lo pasaran a otra planta superior solo para ponerle un sello o una firma) he estudiado ruso y hasta me he especializado en el don de la ubicuidad porque en los últimos tiempos he tenido momentos en los que he tenido que estar hasta en tres sitios a la vez.
Tanto hacer malabarismos y prepararse internamente, no cabe duda de que es provechoso y creo que incluso hace a una persona si no más completa (a mi me faltan muchos cachitos para completarme) si más preparada y pienso que todo lo vivido y lo pasado ayuda a salir fortalecido –que no endurecido-.


Cultivarse el intelecto y el espíritu está muy bien, pero ya que nos preparamos para supermadres, intentando ser "super" en tantos aspectos, permitámonos también ser un poco super...ficiales.
Casi terminados los preparativos que hemos hecho en casa, he decidido que en esta recta final hacia nuestra gran cita voy a centrarme en preparativos de lo personal e intransferible: organizo la agenda para que me hagan hueco en la peluquería la tarde antes de marchar para estar estupenda pese a aviones y horas de no dormir…
o al menos presentable el día D, eso si pese a las ganas que tengo de un cambio de imagen, he decidido conservar la actual (al menos la capilar) para que los niños no me encuentren "rara".
Un poquito antes quedaré con la esteticien que se encarga de los otros pelillos, con la manicura no... Hace tiempo que renuncié a unas uñas largas y perfectas y acabé por adoptar la uña cortita y practica…
Casi terminados los preparativos que hemos hecho en casa, he decidido que en esta recta final hacia nuestra gran cita voy a centrarme en preparativos de lo personal e intransferible: organizo la agenda para que me hagan hueco en la peluquería la tarde antes de marchar para estar estupenda pese a aviones y horas de no dormir…

Un poquito antes quedaré con la esteticien que se encarga de los otros pelillos, con la manicura no... Hace tiempo que renuncié a unas uñas largas y perfectas y acabé por adoptar la uña cortita y practica…


Como el colágeno es algo como mas abstracto, la que noto que va perdiendo sus propiedades es la elastina, y es que estoy por untarme con esa crema reparadora los codos y las rodillas ( a modo de "tres en uno") por que los encuentro cada día menos flexibles.
Bueno a lo que iba, que me pierdo en los mundos cosmetológicos de la señorita Elena Francis…
Que estoy cuidándome y “hermoseándome” con mas esmero para la segunda cita más importante de mis últimos tiempos: la reunión con nuestros hijos, y es que en el tiempo que pasamos con ellos en Ust-Kamenogrosk obsevé que Diana se fijaba mucho y me celebraba cada cuidado extra que me proporcionaba: el día del juicio no paraba de exclamar con admiración “mama krasivaya, mama… kakaia krasivaya!”(mamá guapa, mamá... qué guapa!) y señalaba mis tacones, mis medias, mi sombra de ojos, regalándome esos piropos tan espontáneos de quien de pronto te mira con ojos nuevos ¡hasta el niño a su manera me celebro el esmerado cuidado metiéndome un dedo en el ojo para señalar que se había fijado!
Que estoy cuidándome y “hermoseándome” con mas esmero para la segunda cita más importante de mis últimos tiempos: la reunión con nuestros hijos, y es que en el tiempo que pasamos con ellos en Ust-Kamenogrosk obsevé que Diana se fijaba mucho y me celebraba cada cuidado extra que me proporcionaba: el día del juicio no paraba de exclamar con admiración “mama krasivaya, mama… kakaia krasivaya!”(mamá guapa, mamá... qué guapa!) y señalaba mis tacones, mis medias, mi sombra de ojos, regalándome esos piropos tan espontáneos de quien de pronto te mira con ojos nuevos ¡hasta el niño a su manera me celebro el esmerado cuidado metiéndome un dedo en el ojo para señalar que se había fijado!


También estoy revisando mi armario y he empezado a guardar los aburridos jerséis negros y grises y a aficionarme a las camisas estampadas y las rebecas de colores mas alegres, he vuelto a los pantalones de corte menos clásico y he colgado mis trajes confinándolos en el fondo del armario y limitándolos solo a aquellas ocasiones que necesariamente lo requieran. Me quedan justo dos semanas para estar estupenda.
El próximo día 19 tenemos la cita más importante de nuestra vida, yo ya la tengo señalada en el calendario con un gran corazón de tinta rojo y mientras tanto me entretengo no en arreglarme…sino en ver si tengo arreglo!