
Son una familia –aparte de abierta y simpática- de lo más especial: el galés, ella sevillana, la niña es la china más bonita del mundo y el niño es un precioso kazajo con los ojos más profundos del universo, ambos hermanos además poseen “mucho poderío”.
Tanto habíamos hablado Pilar y yo durante el proceso de adopción de ambas, tantas veces habíamos planeado nuestra maternidad (la segunda para ella, la primera para mi) a golpe de correos y llamadas de teléfono que llevábamos tiempo planeando conocernos y llegó el momento.
La salida de casa como familia de cuatro, -hacer las maletas y organizarlo todo, aunque fuera para dos días- me suponía un esfuerzo extra, compensado -desde luego- por las ganas de ver en directo a Pilar y a su familia, comparar los llantos de nuestros dos kazajos menores a ver quien se llevaba la palma en sus interminables gimoteos e intercambiar estrategias para poder bregar con esta nueva maternidad de dos de la que tanto habíamos hablado e intercambiado anécdotas alegrías y dificultades.

Conociendo el país es para quitarse el sombrero, por su valor y resolución. Los que seguimos su viaje paso a paso nos quedamos impresionados y admirados por su aventura.
Seis meses después nos tocaba a nosotros.
Hoy por hoy miro hacia atrás lo pasado y lo vivido y parece que hubieran pasado años desde entonces, y la larga espera, la asignación y el viaje, la estancia en el país, el juicio, el regreso de nuevo la tensa espera y la vuelta a por nuestros ya hijos hubiera pasado en un tris ¡Con lo largo que se nos hizo!.
Al escribir esto he hecho un alto en el camino y he retrocedido en el tiempo, he releído las emociones que experimentábamos entonces cuando esperábamos para viajar, la noche antes del viaje, cuando estábamos allí, ahora me alegro de haber continuado escribiendo sobre todo aquello (posts de octubre 2009), porque con mi memoria de pez, muchas cosas se me hubieran olvidado y releerlas es como renovar los votos de unión hacia mis compañeras que esperan y las que ya lo han vivido, renovar mis votos de maternidad tan deseada y ser un poco más consciente de que al fin tengo lo que más deseaba y lo que más quiero…¡Madre mía y que ese amor va creciendo día a día!.
Es bueno no perder de vista todo aquello porque a veces en el día a día y su rutina a veces durilla, se te pasa por alto el camino recorrido y parece y das por sentado que esta familia ha sido creada sin esfuerzo y hasta pensando en los momentos más apurados :
“¡…Pero…¿Quién me mandaría a mi….?!” (Sonrío) Soy muy consciente que mi planeada familia, es una libre elección de la que no me arrepiento ni un ápice y que observando a Pilar y a Gerry descubro con gusto que las dos parejas contemplamos con fascinación a esos niños que tanto nos ha costado tener con nosotros, y que tanto para ellos como para nosotros son nuestro logro más importante, lo que nos conecta y nos vincula, las vivencias pasadas y por pasar, las preocupaciones pre y post adoptivas son compartidas pese a la distancia. La intensidad de las preocupaciones y las angustias por conseguirlo y los desvelos e inquie
tudes una vez con nuestros hijos aquí…Todo esto hizo que nuestro encuentro se sucediera de un modo tan natural como si desde siempre hubiéramos vivido en la misma calle, nos sentimos a gusto en todo momento y nos faltó tiempo para seguir compartiendo.Yo particularmente me encontré exactamente con la misma persona que ya conocía, con su forma de ser franca y abierta, su trato directo, natural.Empezamos la noche del viernes compartiendo unas pizzas en su casa y al día siguiente quedamos para desayunar e ir a la playa. Los niños, en especial las niñas enseguida congeniaron, impresionante el temperamento de Mónica Mei, posee una personalidad arrolladora que inmediatamente eclipsó y neutralizó a Diana, que dos años mayor quedó fascinada por el desparpajo y la desenvoltura de su ya para siempre incondicionalmente amiga Mónica Mei de la cual habla todo el tiempo a todo el mundo.
Hoy por hoy miro hacia atrás lo pasado y lo vivido y parece que hubieran pasado años desde entonces, y la larga espera, la asignación y el viaje, la estancia en el país, el juicio, el regreso de nuevo la tensa espera y la vuelta a por nuestros ya hijos hubiera pasado en un tris ¡Con lo largo que se nos hizo!.

Al escribir esto he hecho un alto en el camino y he retrocedido en el tiempo, he releído las emociones que experimentábamos entonces cuando esperábamos para viajar, la noche antes del viaje, cuando estábamos allí, ahora me alegro de haber continuado escribiendo sobre todo aquello (posts de octubre 2009), porque con mi memoria de pez, muchas cosas se me hubieran olvidado y releerlas es como renovar los votos de unión hacia mis compañeras que esperan y las que ya lo han vivido, renovar mis votos de maternidad tan deseada y ser un poco más consciente de que al fin tengo lo que más deseaba y lo que más quiero…¡Madre mía y que ese amor va creciendo día a día!.
Es bueno no perder de vista todo aquello porque a veces en el día a día y su rutina a veces durilla, se te pasa por alto el camino recorrido y parece y das por sentado que esta familia ha sido creada sin esfuerzo y hasta pensando en los momentos más apurados :




Cuando terminó el cumpleaños Gerry se llevó a dormir a Lucas a casa y Pilar, Mónica Mei y nosotros fuimos a cenar a un restaurante chino junto con mi hermano mayor y su mujer que viven también en Marbella. Nos sentaron en una mesa redonda y estando todos reunidos Diana- mi hija-, nos comunicó que había decidido quedarse a vivir en casa de Monica Mei…
Al principio le seguí un poco la corriente y le pusimos diversas trabas que ella iba sorteando: que si Mónica Mei tenía que ir al colegio y ella qué haría…., “pues me voy con Pilar a su trabajo” y le pregunté que qué haría yo entonces a lo que me respondió sin dilación que” me escribiría cuando fuera mayor”….
…A mi se me partió el corazón a cachitos, para terminar de rematarlo le pregunté a Mónica Mei si ella se vendría con nosotros y me respondió claramente que no, que ella se quedaba con su madre en su casa.

Todos coincidieron en que era una nonada de cría, algo normal, y que yo me lo estaba tomando muy a pecho, pero es algo que sucede cada vez que vamos a casa de alguien, ya sea mi hermano, unos vecinos o ahora con la familia de Pilar, es como si Diana pensara que puede cambiar de familia.
Cada vez que sucede, su actitud me duele profundamente y me nubla el sentimiento y la emoción no me deja actuar serenamente. Estos son los momentos en que se pone de manifiesto mi inexperiencia, mi inseguridad y mi falta de habilidad para manejar situaciones que me “tocan” el corazón, la falta de madurez que ya he comentado tantas veces, queda así totalmente en evidencia.
Al día siguiente Diana seguía en sus trece de quedarse a vivir en casa de Monica Mei, pese a haber hablado con ella y explicarle que cada uno tiene su familia y su casa y que pronto podríamos volver a visitar a su amiga o su amiga vendría a visitarnos a nosotros.

Mi hija Diana ató cabos y preguntó si es que Monica Mei tampoco había estado en la barriguita de Pilar, cuando le explicamos que igual que ella y Nacho son hijos del corazón y hemos tenido que ir a buscarlos muy lejos, lo mismo sucedía con Monica Mei y Lucas, con lo que la amistad de Diana creo que quedó aún mas fraguada.
Nos despedimos ya a media tarde con promesa de volver a encontrarnos pronto. Yo me traje además del recuerdo de un fin de semana especial, muchas cosas para reflexionar de las que hablamos, le doy vueltas a nuestras conversaciones y trato de poner en práctica alguno de sus consejos, esta vez de viva voz que me han enriquecido mucho. Pilar lleva siendo madre cuatro años y su experiencia y su generosidad al compartirla conmigo me llena de gratitud y cariño hacia ella. Le agradezco que nos abriera su corazón y su casa de par en par como hizo, como ella misma ha dicho en alguna ocasión a nuestra edad no es fácil encontrar amigos, nuevos y buenos amigos. Aunque yo ahora siento como si en realidad nos conociéramos desde siempre.
