

Pero estamos tan acostumbrados a mirar a través de la óptica del niño, que parece solamente considerar la adaptación, los problemas y vicisitudes del niño y no contemplamos ni nos atrevemos a escudriñar nuestros sentimientos, nuestras emociones ni nuestra propia adaptación, dando por hecho que tiene que ser así, y hasta creo que renegamos de nuestras dificultades y nuestros conflictos personales por temor a ser descalificadas como madres o como si negando esas dificultades o sufriéndolas en silencio fueran a disiparse solas, o buscamos en libros y tratados algo parecido al “Hemoal” que las alivie y encoja.

Cuando nos topamos con la realidad de la maternidad, con el día a día, con el cansancio y el abatimiento que puede llegar a producir una escaramuza tras otra y la sensación de haber entrado en una espiral insalvable, llena de tirabuzones que parecen devolverte al punto de partida, sin avance aparente, o cuando agotamos tácticas y estrategias, serviría de mucha ayuda el contar con las compañeras de adopción que tanto nos apoyamos en el proceso y que de pronto perdemos los apoyos y los contactos por falta de tiempo y por retraimiento,cautela o aprensión … y sobre todo por una tremenda inseguridad en este nuevo papel en el que nos estrenamos, tan trascendente para la vida de unos niños que nos han sido confiados y por los que tanto hemos esperado y luchado.

Tenemos la suerte de haber recorrido un largo camino hacia nuestros hijos que nos ha hecho que sean niños muy deseados y queridos, y ese camino lo hemos recorrido y compartido con muchas madres que nos han apoyado y comprendido en nuestros bajones y nuestras emociones preadoptivas ¿Porqué no seguir abriéndonos a esos brazos que estoy segura están ávidos de ayuda y con ganas de ayudar?
¿Porque no aportar nuestras vivencias para quienes necesiten basarse en ellas para suplir su falta de experiencia? ¿Y Porqué no servir de incentivo para las que vienen detrás, para las más retraídas, o celosas de su intimidad que temen exponer sus problemas y aliviarlos?

