Diana
y yo hemos tenido un año agotador, con altos y bajos, encuentros, desencuentros, reencuentros y encontronazos. Sin llegar a perdernos nunca, nos hemos
sentido muy muy cerca y lejanas y ajenas en algunos momentos y aunque parece
que todo forma parte de la fusión y el conformar el vinculo, la
preadolescencia, pronto, demasiado pronto, llama con su rebeldía a la puerta de
una niña que no ha tenido muchas ocasiones para serlo- ni niña ni rebelde- y
cuya vida no ha cesado de variar a ritmos de vértigo, desde sus primeras
etapas.

Ella
es una cría que intenta ver en sus compañeros amigos y en sus amigos, hermanos;
una niña que confunde todavía las
intenciones de unos y de otros y le cuesta distinguir las ironías y los
agravios camuflados.
No
le resulta fácil entender, por ejemplo, que para unos la palabra “china”
es sinónimo de cultura, belleza, exotismo y otros sin embargo la empleen como
un dardo envenenado, cargado de discriminación e intransigencia.
-Mamá…
¿la palabra China es polisémica?
Pues
sí… China el país, china la raza y china de piedra pequeña…
-Y
también la dicen para meterse conmigo…

-“Que
no soy china, que soy kazaja, aunque las chinas son muy majas”…
O
” No me molesta que me llames china, las chinas son guapísimas”…
Y
como lo de china no le ofende pues acudinen a los eufemismos:
-Mamá…¿Es
verdad que tengo la cara plana? Es que en el cole unos chicos me dicen “cara
plana”…
Y
a mí, que no se me había ocurrido, la bilis me sube hasta quemarme la garganta…
- A
ver cariñin…tu tienes rasgos orientales y uno de ellos es la estructura de la
cara si, pero yo tengo el culo gordo, bonito o feo pero gordo, a ti te parece
bien que alguien me llame culo gordo?
- Mamá
tú tienes el culo más bonito de mundo….
- Si cariño y tú la cara más linda del
universo
- ¿“Las
gentes” que maleducadas que son, verdad mamá?

Unas notas de campeonato.
A la vista de los buenos resultados no puedo por menos que tener un cariñoso recuerdo para Ruth Peris Lopez la maestra que consiguió en 2º curso de primaria que mi hija se adaptara al colegio recién venida de kazajistán y que a pesar de los muchos handicaps( el idioma -hasta el distinto alfabeto-, el entorno, su totalmente nueva vida...) aprendiera las bases y lo necesario para empezar su, hasta entonces inexistente andadura académica.
Gracias también al inestimable apoyo y seguimiento constante y profesional de su "seño" de 5º, Pilar Sánchez y al apoyo de sus compañeras y amigas, Noelia y Veneta. Unos resultados que han sido muy trabajados y que la tienen –nos tienen- llena de orgullo y feliz pese a todos los contratiempos y las pérdidas, pese a los incipientes cambios, las rebeldías primerizas con las argucias, los desatinos y los desafíos que asoman por el quicio de la edad propia para ellos y que aunque resultan inquietantes no dejan de ser una manifestación más que nuestra niña se siente anclada en su familia, que empieza a enseñar los dientes, y hasta esos colmillos retorcidos que todos tenemos (uno, que el otro se le acaba de caer) pero que tratamos de mostrar lo menos posible y Diana empieza a mostrarlos en sus rasgos de carácter, algo que si bien no resulta divertido, el que mi hija por fin los exteriorice, es un paso de gigante y cuando lo escribo reconozco que la teoría me sale perfecta, pero luego la practica está llena de flecos y resulta bastante más complicada.
Se
acabó el curso y empezó el verano y como todos los comienzos están llenos de
promesas. Y yo me prometo darle a los niños un verano lleno de momentos, como
los que yo tengo atesorados de aquellos veranos de mi infancia, de horarios
flexibles, de planes imprevistos y nuevos amigos eventuales. De juegos a
veces salvajes con los primos o los vecinos en la hierba o en el agua -dulce o
salada-, de pieles tostadas, (a veces
demasiado) asistidas luego con Aftersun,(dicho como suena y acento en la u) de
obligatorias siestas en penumbra seguidas de carreras de bicis, de
jugar al escondite o a largas partidas de ping pong , de bocadillos de foie-gras
y polos de fresa, de tardes de vestidos de algodón estampado y noches
contemplando las estrellas con mosquitos o sin ellos…planes pequeños, fugaces e
instantáneos que a la postre son los que han llenado las postales más felices
de mis veranos infantiles. Me gustaría que el álbum de las memorias estivales de
mis hijos también contara con postales similares, en las mías de juegos en
pandilla mis padres no aparecen, pero sé que son los que propiciaron cada
momento que atesoro y voy a recoger su testigo.