Bueno la Navidad va pasando, día tras día vamos cumpliendo
las etapas, 24 Noche de Paz, 25 comida en familia y más Paz,(aunque entre medias
haya habido mil y una escaramuzas contiendas y pulsos echados al aire, hayamos
buscado los límites a ver si es posible que hayan cambiado sus puntos
geográficos en esta estrecha –muy estrecha les debe de parecer a nuestros
hijos- línea entre el portarse bien y el regular…
De momento estas fiestas no
ha habido ni un solo día de portarse mal o requetemal. ¡Vamos avanzando! Y
avanzando en los días pasó el 28; en mi casa y por tradición las inocentadas
son casi obligatorias, no se me entienda mal, las tradiciones cuando son algo
agradable soy partidaria de mantenerlas y aunque tengo la manga ancha a la hora
de trastocarlas hay algunas a las que no puedo –ni quiero- negarme a mantener y
una de ellas es la inocentada del día de los Santos Inocentes.
Tengo tantos buenos recuerdos de este día! Haber tenido una madre traviesilla y con una gran imaginación
hace que esto sea de este modo, sin llegarle a la altura de los tobillos yo
también gasto mi broma, en singular que mi madre era tremenda y con esa gran
imaginación que ya quisiéramos muchos, conseguía tomarnos cariñosamente nuestras
melenas durante casi toda la mañana y parte de la tarde…¡y eso que estábamos
avisados!
No voy a desvelar ninguna de sus inocentadas aquí, que mi familia me lee y entonces ya no me
servirían, así que esas me las guardo para años venideros. Contaré la de este
año que la verdad estuvo muy divertida a la vez que práctica.
Como quiera que habíamos quedado para reunirnos con unos
amigos de la vecindad y cada uno en esas reuniones aporta lo que tiene en casa
de picoteo y piscolabis pues a la pregunta de
-¿Y nosotros qué vamos a llevar mamá…?
La respuesta fue que un surtido de embutidos y algún pica
pica, pero que si no encontrábamos el metro de medir longanizas que no
podríamos ir…
-¿Y dónde puede estar mamá?
-Pues eso quisiera saber yo! (voz de sargento a punto de
arresto) la última vez que lo vi estabais jugando con él a las
construcciones!
En seguida se prestaron a buscarlo, pues no es difícil que
para construir usen cualquier artilugio que puedan pillar y si es algo rompible
y “no permitido”: reglas, cintas extensibles de medir, artículos varios de mi
escritorio o de la cocina etc, pues mejor que mejor.
Por esa razón no cuestionaron que el metro de medir
longanizas fuera un invento de su abuela, rescatado por su madre para tan
señalado día.
Toda la mañana anduvieron buscándolo y trayéndonos a su padre
y a mi todo tipo de elementos que hasta ese momento habían estado en paradero
desconocido.
No consiguieron encontrarlo -claro está- y llegada la hora nos
fuimos a la reunión sin poder llevar una longaniza que tampoco se encontraba
en nuestra despensa. :-)


Su hermana aunque ya lo sabe quiere seguir creyendo y el otro
día tras la visita de Papá Noel a casa de los vecinos (a la nuetra sólo se
asoman los Reyes Magos) estaban en una contienda de porqué había arribado en
unas casa y n otras no…
Antes de que su hermana soltara la temida bomba, que creí
estaba a punto de soltar dije yo:
-Si Papá Noel no existe…!
Fue tal la cara de espanto de mi hija y la de desilusión de
mi hijo que inmediatamente y con voz de pillina
rectifiqué:
-Jaaaaa... te lo has creído!
La luz y el color volvió a los lívidos labios de mis hijos y
todo fue algarabía y risas de nuevo.
Así que estamos a salvo este año de desmentidos y rumores y
esperaremos la última etapa de estas navidades con el corazón lleno de ilusión
y con la constante recomendación de portarse bien bajo pena que Pifita (el
gorrión que se chiva a los Reyes) recomiende a los Reyes pasar de largo. Aquí
el carbón no se contempla como opción.
Os deseo un año nuevo lleno de ilusiones traslucidas desde
los ojos de vuestros hijos.