Se levantó el día y mi cabeza con una espesa niebla que a medida que el sol iba calentando se fue disipando, la nebulosa que espesaba mis pensamientos también.
Como era sábado,el día estaba planeado como de diversión continua: por la mañana Títeres en la biblioteca municipal comida en algún restaurante y tarde de paseo.
Como por trabajo no podía ir a la función de títeres con los niños le tocó a Eduardo pero antes de que fueran les busqué el vídeo de la función de marionetas que sale en la película sonrisas y lágrimas y que tanto les gustó que me hicieron que se la repitiera tres veces.
¡Qué envidia y qué rabia me dio no poder ir con ellos a los títeres!, es lo malo de mi trabajo que Eduardo no puede sustituirme.
Para comer decidimos ir a un restaurante cerca de casa donde la comida suele ser muy buena, no así el servicio pues equivocación tras equivocación dejaron pasar más de tres cuartos de hora entre el primer y segundo plato y cuando les llamamos la atención sobre esto nos trajeron la carta de los postres!
Pedimos la cuenta, ya desganados y nos fuimos sin comer el segundo plato…

Para tomar un postre bajamos hasta la playa donde la espesa niebla, aunque en retirada , aún se suspendía sobre un mar absolutamente en calma, raso sin olas ni siquiera ondas, apenas parecía un lago más que un mar, un estanque de algún líquido gelatinoso y con el vapor de las nubes bajas que borraban el horizonte mi imaginación me trasladó de inmediato al lago Ness, y no me hubiera extrañado nada que una cola estriada hubiera surgido de ese extraño fluido que no parecía el mar.

Mi imaginación...lo sé, siempre en marcha,tratando de descifrar lo percibido, jugando con las imágenes y con las palabras, a veces también con la música intentando interpretar las emociones que las cosas me provocan…
La imaginación es un país donde las cosas son diferentes, no siempre son como uno quiere allí tampoco pero con un poco de suerte puedes redibujar las cosas mientras suceden…porque suceden de verdad aunque luego no existan, las cosas de la imaginación son como los colores, en realidad no existen tan sólo los vemos y existen gracias a nosotros que los vemos y les hemos dado nombres.

Este verano visitando un castillo empezaba a aburrirse y en seguida me preguntó si yo creía que en ese castillo había en verdad princesas… cuando le contesté que las hubo en un pasado lejano, no pareció gustarle mucho mi respuesta entonces me preguntó por las hadas – que como bien sabemos todos habitan en todas partes, pero sólo se pueden ver en algunos sitios especiales-. Un momento después de hacerme la pregunta el sol al reflejarse en mi anillo hizo rebotar la luz por un segundo como una chispita en la pared de una de las almenas a dónde íbamos a entrar y me dijo muy excitada:
-¿Has visto eso mamá?
-Si Diana…shhhh…no la descubras… ya sabes lo que es verdad?
-Si mamá es un hada…¡si que son pequeñitas!
Y ya toda la visita fue para ella mucho más entretenida mirando por los rincones, por las rendijas y las grietas.

Diana y yo tenemos una complicidad especial en el tema del mundo de la fantasía y he descubierto que además es muy útil para hacer más llevaderos incluso interesantes otros temas menos divertidos, como la música clásica.
Cuando vamos en el coche a veces le pido que me describa de que se trata o que cuenta la música que suena y hemos llegado a catalogar perfectamente dos nuevos géneros de música clásica: las del género de las hadas y las de las princesas.
Ahora incluso yendo sola me encuentro descifrando las notas y los instrumentos para ver a cuál de los dos géneros pertenecen.Aunque claro nuestras fantasías tienen protagonistas diferentes, mientras yo pienso en princesas medievales para ella su arquetipo se parece más a Barbies y Rampunceles y en cuanto a hadas -y aunque a las dos nos gusta la Campanilla de Disney-, a ella le gustan más las Winx.
¿Problemas generacionales?