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Éxito escolar y déficit cognoscitivo

Desde que decidimos adoptar siempre ando buscando libros, textos, información sobre temas que podían ayudarme en mi faceta como madre, y muchas de las cosas que leí me han hecho estar más alerta de posibles problemas y dificultades con las que podíamos encontrarnos en esta “pista de dos circos” (no es un lapsus) en la que a veces se convierte nuestra familia. 
A parte de la hipervigilancia con la que viví los primeros tiempos de mi maternidad  todos aquellos libros, toda aquella información me ha servido lo mismo que si me hubiera metido a torera y hubiera aprendido a torear en un curso a distancia. Hasta que no te pones delante de un toro no tienes ni idea de lo que puede pasar…Y yo me puse delante de dos a la vez, y pese a ser hermanos biológicos dos seres con edades distintas, vivencias distintas, caracteres distintos y  diferentes habilidades.
No nos hemos librado de que nos den más de un revolcón por saber colocar perfectamente el capote  ni la espada,  ni por saber mover la cintura para hacerles una verónica o una chicuelina o cualquier otro pase de los muchos que ha habido que hacer durante este tiempo con aguante torero... 
"De nada sirven las lecciones" -escribía hace poco una madre-, y yo llevo poco tiempo lidiando en esta plaza (a veces me parece imposible que sólo haga 4 años que formamos nuestra familia) y aunque leí mucho sobre orientación y recursos  para la post adopción está claro que la suerte de varas,-que es la que se realiza a caballo y sirve para medir la bravura del animal y dosificar sus fuerzas para la lidia…- me la suelen hacer a mí.
Vale, hasta aquí los símiles taurinos, que aunque procedo de familia muy aficionada a los toros yo en cambio siempre  me puse a favor del toro y a la primera corrida que fui me tuve que marchar nada más empezar a sangrar el pobre bicho, pero es que la analogía me viene al pelo, porque mis hijos enseguida me tomaron las medidas y ¡A veces me siento como una vaquilla en plena tienta!
De todas formas lo que leí, lo que leo, sirve más bien para darme cuenta de cuánto ignoro, más que para proporcionarme  estrategias, tal vez por eso les llaman libros de orientación, porque te orientan sobre posibles circunstancias y te dan una idea de lo que puede estar pasando, pero hasta ahí llegan, porque los temas suelen ser tan complejos como lo de aprender a torear.

En el enlace ¿Actitudes o aptitudes? hay una entrada basada en el libro de Marga Muñiz Aguilar “Cuando los niños no vienen de París sobre el “Déficit cognoscitivo acumulativo”, la leí y releí con muchísima atención y porque su libro me parece muy recomendable, utilicé su reseña para  informar en este blog de dicho problema,  como leí ochenta reseñas y artículos que hablaban sobre ello cuando mi hija mayor empezó a tener problemas de aprendizaje en el colegio, tenía 7 años cuando fue escolarizada por primera vez, no hablaba una palabra de español y no conseguimos que nos la escolarizaran en 1º- un año por debajo de su edad-, tal vez si la hubieran escolarizado en ese curso hubiera aprendido a leer, escribir, sumar, restar y todo lo demás, despacio como corresponde a ese curso (en el que hoy se encuentra su hermano) el no hacerlo así nos trajo un millón de complicaciones, todas salvadas gracias al tesón y la valía de su maestra de entonces. (Si os apetece saber más usar  este enlace: nuestras primeras notas.)
Pero tanto esfuerzo fue un mal comienzo y una muy mala base.
Después, poco a poco con mucho trabajo y el esfuerzo de mi hija   ( apoyándonos siempre en unas maestras estupendas) conseguimos superar escollos académicos y hoy  en 6º de primaria, en las puertas del instituto, hemos llegado a tener unas notas por encima de la media ¡Bien!.....¿Bien?... 
Pues no. 
Porque mi hija a base de esfuerzo, a base de estarle muy, pero que muy encima lleva sus deberes al día y saca sus exámenes con buena nota…y eso no significa que mi hija esté aprendiendo, ni que de verdad “esté progresando adecuadamente”.
¿Por qué? Porque fallan los cimientos, porque flaquea la organización de base de su conocimiento. El aprendizaje  sirve  cuando un resultado aprendido en una situación, es recordado y logramos aplicarlo en una situación nueva. Y se aplica a todos los aspectos y estilos cognitivos,  y hay que estar atentos porque muchas veces se llega a confundir  un problema  de déficit con falta de madurez o experiencia.
Me parece que sería importante desligar los éxitos académicos o el fracaso escolar a los déficit que arrastran nuestros hijos en su mochila porque ni todo niño adoptado lo sufre, ni todo el que fracasa lo padece, ni todo el que logra buenos resultados está exento de ello. 


Esto -que espero sea útil a otras madres y padres-, es un ejercicio de interiorización de las dificultades que vengo observando en mi hija, que  por mucho que pueda llegar a llamarse déficit (aún no diagnosticado) no la hace ser una persona menos valiosa sino algo más compleja, y normalizar estas dificultades, no nos hace ser menos conscientes y sí menos vulnerables.



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