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Transmitiendo, Compartiendo.

En las pestañas de arriba encontraréis una que se llama "Transmitiendo, compartiendo". 
Es una ventana para la comunicación, un rincón para quienes quieran participar compartiendo sus emociones, transmitiendo sus inquietudes o viceversa, es para toda aquella persona que le apetezca escribir un comentario o una opinión, o contar algo que ella sabe puede ayudar o acompañar, o hacernos sonreír. O usarlo como "caja de resonancia". 
Yo uso mucho este blog como "terapia" cuando vierto aquí  lo que siento o escribo  lo que otros ojos (ajenos al mundo de la adopción) sé que no entenderían siempre me he sentido aliviada y, con vuestros comentarios, muy acompañada, y si han sido comentarios o correos expresando desacuerdo, me han hecho reflexionar y me han abierto la mente e incluso me han proporcionado estrategias que no era capaz de encontrar.
Esa parte del blog os la dejo a quien me escribís tanto en los comentarios, como al correo todo lo que queráis aportar -no sólo a mí sino a quien quiera leerlo-, sobre el tema  que nos ocupa y nos preocupa. 
¿Qué como se usa? 
No se trata de un archivo de recopilación de comentarios, sino una página en blanco para la participación, abierta a quien quiera participar, reforzar y enriquecer alguna de mis entradas, o discrepar con  razones elaboradas.
Escribís lo que queráis compartir-transmitir en un comentario y poco después aparecerá publicado. Si no podéis subirlo a "comentarios" -que a veces sucede-, me lo enviáis a m0are@hotmail.com y me indicáis "Para Compartir"  y pronto aparecerá aquí.

Quisiera  empezar con este comentario  a la entrada "¿La familia adoptiva es igual que la biológica?
Porque transmite y comparte.
Gracias Concha, con tu escrito haces  sentir que "Al otro lado del hilo rojo" hay personas de carne y hueso.

He meditado tanto sobre esto que la respuesta la tengo clarísima: NO

Yo soy madre de tres hijos, los dos primeros biológicos y el tercero adoptado. A diferencia de sus hermanos, mi hijo pequeño llegó a mi como consecuencia de un abandono, el de sus padres biológicos. Y eso, a pesar de lo mucho que me duela, será algo que marque el resto de su vida.

Una de las primeras diferencias que tuve que asumir, fue que no solo tendría que ser su madre, sino que además tendría que ejercer una función reparadora, y ahí fue donde se me quedó el culo al aire. 
Resulta que a diferencia de la experiencia con los mayores, que fue plena y feliz, porque todo fluía de manera natural, este hijo pequeño tocaba mis demonios interiores, esos que desde luego estaban ahí y que se habían gestado en mi propia infancia, de los que yo no había sido ni consciente, y que parecían haberse exorcizado en la maternidad biológica. Mis primeros dos hijos me recolocaron, y este me disparaba.

Lo que mi hijo necesitaba sería que yo fuera sublime sin interrupción, y la verdad es que disto mucho de eso. Así que tuve que empezar por ahí, por asumir que las necesidades de este niño son otras, y que si yo no me reinvento difícilmente podré satisfacerlas.

Yo que me reía de aquellos que leían libros para educar a los hijos, porque consideraba que el amor y el sentido común eran los únicos ingredientes que hacían falta para la crianza, me dediqué a devorar información sobre adopción, vinculo, apego, dificultades de aprendizaje y un largo etc., y cuanto mas leía mas desolada me sentía, porque descubría que mi hijo ni había tenido oportunidad de establecer un vinculo de apego seguro, ni unas buenas bases para su desarrollo cognitivo, que sus cimientos no eran sólidos en absoluto, es más en algunos aspectos eran un completo desastre, y sobre ellos había que ir poniendo ladrillos aún a sabiendas de que se puedan ir viniendo abajo.

No empezar de cero, entender que eso ya no es posible, es extraordinariamente duro, por eso es verdad que la maternidad adoptiva va de aceptar, y no es para nada fácil.

Un abrazo
Concha

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