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Mis fantasmas no envejecen

Yo siempre digo que aunque no tengo familia extensa (sólo quedamos mi hermano mayor y yo y vivimos en ciudades distintas) tengo una familia muy intensa. Siendo tan pocos sin embargo nuestro calendario familiar está lleno de fechas señaladas, además los cumpleaños de mis dos seres más cercanos fallecidos son como para olvidarlos: mi madre cumplía años cada 31 de diciembre y mi hermano pequeño el día de los enamorados. En esos días especialmente me siento un poquito más huérfana, huérfana de hermano y de madre. Dos de mis amores incondicionales.


                                           14-2-1969 / 10-11-2012
                                        
Querido hermano:

Este mes ya no cumplirás 45 años y aunque el día de tu cumpleaños (y el de nuestra madre) lo sigo señalando en cada uno de mis calendarios, no sé si por costumbre o por este empeño mío de olvidar lo que me duele haberte perdido y sólo recordar y celebrar lo mucho que tuve contigo, algo que llevo practicando con el recuerdo de mamá lo que hoy ya es casi medía vida.
No sé si esta necesidad mía de vivir rodeada por los que tanto me faltáis y tanta falta me hacéis es buena o mala, no lo sé ni creo que importe, “la costumbre”  del signo que sea, buena o mala es algo que todos tenemos y, sin embargo es muy diferente para cada quien. Las costumbres las hacen primero las familias, luego las remozamos y añadimos las nuestras individuales y esa amalgama la vamos acomodando a las de las personas que amamos, las fusionamos  con otras que inventamos juntos y muchas veces nos agarramos a las primeras y no queremos soltarlas ni cambiarlas porque renunciar a ellas sería como renunciar a lo que queda de nosotros en origen.
Pienso si merece la pena el dolor que se siente al mantenerlas vivas, que sería más fácil esquivar los recuerdos o vedarlos y dinamitar el puente entre el olvido y la memoria pero dejar de reproduciros en  ellos, dejar de sentiros como os siento vivos en ellas,-en las costumbres familiares-, relegarlas sería como perderos a  vosotros de nuevo… mis queridos fantasmas.
Esas costumbres arraigadas, esos recuerdos, son el álbum de la memoria que me recuerda de donde vengo y quién fui, porque en ocasiones me siento tan falta de referencias que me pierdo y esos recuerdos me compensan el dolor que me provoca la conciencia del ya nunca más. Creo que me dolería  aún más dejar de recordar. Al recordaros  siento que tuve la suerte de amar y ser amada por unos seres maravillosos que me enseñaron lecciones imponentes.




No hablamos de ello porque dolía, pero mamá sabiendo que nos dejaba tenía un miedo atroz a ser olvidada, me gustaría explicarle y explicarte, en este mensaje al viento, como en aquella película “Mensaje en una botella” cuando la protagonista le preguntaba a kevin Costner:
-¿Me olvidarás?
Y él responde: “Si, todos los días”.
Pues eso, cada día, todos los días…

Te quiero, os quiero.

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